A veces tercian conversas cotidianas que sufren extraño BIG
BAN yaciendo vastas constelaciones e insuflando incómodo silencio por no saber
qué decir. Aunque de éstas florecen pocas alcanzando raciocinios que alimentan
con aprendizaje de novedad o tumbando manifiestos sagrados hasta la centésima
exacta de la parrafada perfecta.
En realidad poco importa el hilo primario que condujo al
segundario convertido en poderoso halo de luz destellante en el mismo instante
de su concepción o semanas después, nunca se sabe.
El pretexto ronda la sencillez haciendo buena la cita que
corona la impresión frente a la revelación para caer en el entendimiento días
más tarde. Cosa agradable si se es perspicaz milimétrico capaz de estudiar cada
detalle gracias a la constancia del entrenamiento. Es lo que conlleva escribir
pues vuelves al aprendizaje de la lectura que creías superado para mirar de mil
maneras diferentes el mismo entorno (…) escuchar, leer, volver a escuchar para
observar con nueva forma y tener el fondo o la base para construir personaje o
escena. Es ejercicio presto a quedar pasmado durante horas mirando el oleaje de
la santa y hermosa Malvarrosa para percibir el zarco exacto de su porte, por
ejemplo (suelo perderme en su magia de vez en cuando para charlar con el coleto
descargando mente)
De ahí las buenas sensaciones que te produce conversa
monótona, aburrida y tediosa por predecible, cuando estalla quiebro sorpresa
que fractura a su vez el incómodo silencio por parte del contertulio haciendo
que te sientas íntegramente lo que siempre has sido, un mero ignorante frente
al aula de la vida.
(Un trocito del cotidiano propio compartido) Me despido no
sin antes desearte de las buenas las mejores con un hasta entonces, hasta
ahora.