viernes, 24 de febrero de 2017

UN DÍA CUALQUIERA EN MI MUNDO


A veces tercian conversas cotidianas que sufren extraño BIG BAN yaciendo vastas constelaciones e insuflando incómodo silencio por no saber qué decir. Aunque de éstas florecen pocas alcanzando raciocinios que alimentan con aprendizaje de novedad o tumbando manifiestos sagrados hasta la centésima exacta de la parrafada perfecta.
En realidad poco importa el hilo primario que condujo al segundario convertido en poderoso halo de luz destellante en el mismo instante de su concepción o semanas después, nunca se sabe.

El pretexto ronda la sencillez haciendo buena la cita que corona la impresión frente a la revelación para caer en el entendimiento días más tarde. Cosa agradable si se es perspicaz milimétrico capaz de estudiar cada detalle gracias a la constancia del entrenamiento. Es lo que conlleva escribir pues vuelves al aprendizaje de la lectura que creías superado para mirar de mil maneras diferentes el mismo entorno (…) escuchar, leer, volver a escuchar para observar con nueva forma y tener el fondo o la base para construir personaje o escena. Es ejercicio presto a quedar pasmado durante horas mirando el oleaje de la santa y hermosa Malvarrosa para percibir el zarco exacto de su porte, por ejemplo (suelo perderme en su magia de vez en cuando para charlar con el coleto descargando mente)

De ahí las buenas sensaciones que te produce conversa monótona, aburrida y tediosa por predecible, cuando estalla quiebro sorpresa que fractura a su vez el incómodo silencio por parte del contertulio haciendo que te sientas íntegramente lo que siempre has sido, un mero ignorante frente al aula de la vida.


(Un trocito del cotidiano propio compartido) Me despido no sin antes desearte de las buenas las mejores con un hasta entonces, hasta ahora.