jueves, 28 de abril de 2016

Aquella ciénaga

AQUELLA CIÉNAGA por dadelhos pérez

Hay historias que narran sobre cuentos que rezan, pero ninguna se equipara aquella arcaica (que quiere decir vieja) como relatara dicharachero mi buen abuelo mientras se balanceaba en mecedora desteñida, aun sin riña, al saltar la mano de pintura violeta por cumplir tantos años como el padre de mi papá. De recuerdos se acordaba cuando el cuento contaba tildando de heroína a simple rata de agua o de marjal.
Lo sé, no es que fuera animal querido por todos para historia amena y con moraleja para nada escudriñada, siendo más codiciado el ratón saltarín, la rana de charca, el perro fiel, el gato cruel o su primo independiente, pues por norma corriente suelen protagonizar las leyendas. Ya sabéis, esas fábulas que confabulan en tretas marañas para terminar cual almuerzo familiar en soleado domingo frente a playa veraniega, como ejemplo nada rebuscado.
Dicho lo expuesto sin más pretexto que atar atenciones para con el cuento o historieta, comienzo igual que comenzara mi buen abuelo y su ir y venir sentado, por supuesto al son pausado y chirriante de la vieja mecedora… Puesto…
Érase una vez que fuere aun siendo, una rata de pelo esbelto y cola pelada que nadaba y nadaba en el humeral de la zona. Ni la rana campeona o el pescado de aguas dulces, y me refiero al más veloz, podían competir frente al airoso correteo acuático de la acuática amante del queso, cual buen roedor.
Mundo imposible con parla de animal y raciocinio amoldado al arado de la convivencia, existía en el universo pequeño de aquella comunidad, claro está, circundada por completo al vital y líquido elemento que subsistencia otorgaba, desde simple respirar de los peces pescados que con creces burlaban el anzuelo del humano dominguero, o como pelado divertimento del que ya os hablé. Nadar y nadar durante rato grande y parar para bucear pequeño, ya que la rata acuática todavía no sabía respirar como el pez, aunque a éste le ocurría lo mismo pero a la inversa, teniendo como referencia el líquido vital cual linde del diferente respirar entre mamífero y pescado. Pero esperad, pues lo tranquilo es momentáneo igual que momento gastado, liquidado, consumido o esperado por aún no llegar (seguro que hay más tipos de momentos pero ahora no los llego a recordar) Entonces…
Mañana diferente en alba copiada de la anterior, iluminó igual que iluminara el humeral natura cual casa de los cientos que vivían en él. Tan amable presentara el día que todo lo cambió, que los rayos del astro colaron por rendijas en la casa enana de madera donde vivía la heroína nadadora, esa de cola pelada y cabello frondoso de gris color con mechas escarlata, al ser doña y no don, que solía engalanarse acudiendo a la peluquería propiedad de la mofeta que gozaba de enorme reputación en su quehacer estilista, aun con vista, al soltar pedo silencioso y de putrefacto olor cuando se irritaba frente a esos y esas con mucha cara que intentaban no pagar.
Levantó con salto vida, sin esperanza pues nada esperó o esperaba, caminando a dos patas hasta la cocina tras atravesar el diminuto salón y agarrar una cuarta de queso tierno que sustrajo de la granja del humano ganadero, el mismo dominguero que anzuelo lanzaba y los peces burlaban cada siete días, siendo exacto con esmerada exactitud.
No se sentaba en el taburete diminuto frente a la mesa a la par, pues el deseo de nadar la empujaba a tomar de pie el desayuno. Bocado tranquilo primero, luego, seguido, un par frenéticos, mastica y mastica para después tragar y…
Dentellada paralizó súbita en la garganta que atraganta, y espanta y espanta buscando el vaso de agua que solía dejar preparado al sufrir cada mañana el mismo espanto, el cual calmaba con trago divino de la divina que desatascaba su ansiedad para luego zambullirse en el humeral y nadar rato grande, parar, buceando pequeño por el tema de respirar.
Y así mismo ocurrió superando mal trago para salir de la casa y descubrir lo que nunca creyera pese a mirar con ojos platos, con los prismáticos, a través del cristal de la ventana, sentada y de pie, acurrucada, entre los dedos de las zarpas y nada de nada. Nada, con todas sus poses espectaculares vio lo que fuera pues fuera lo que es, ni más, ni menos… Refunfuñara…
¿Dónde diantres está el agua?— Alucinada tanto como preocupada al no estar lo que ayer por la tarde estaba y no lo soñó.
Bajó tres escalones hasta plantarse en el desértico acuífero que ya no existía, sólo barro o arcilla de atrayente color palidecido y los juncos, esos viejos amigos que les encanta vivir en la líquida y jugar con el viento porque rectos, impasibles e iguales formaban todos esperando la caricia del aire, y cuando llegaba, danzaban coreografía cual pieza perfecta del ballet natura aun sin música celestial. Tan graciosos resultaban que la rata los admiraba desde el porche de su casa tras su asidua sesión de natación.
Anoche, bajaba y bajaba más de lo habitual, doña rata. — Comentó el junco mayor— Quedando disecado el marjal cuando la luna generala imperaba con más fuerza en su reino oscuro, claro está, no del todo al coexistir con los guiños estrella y su propio corpóreo plata.
Puede que se desviara por alguna razón o que alguna vaca se la bebiera disecada, tras zamparse las toneladas que se zampan en el prado sin árboles y cercado con vallas de color, ¿viste alguna anoche metiendo el hocico en el humeral?
Seguro que alguna bebió, estimada campeona de la zambullida, pero por mucho que bebiera no alberga tanta tripa para la ingente reina de nuestra humilde comunidad. Habrá que investigar que diantres pasó para que tanta cristalina se evaporara en noche despejada y sin ruidos.
Sonaron cánticos de grillos alguaciles en extraño día mal augurio llamando a todo el reino animal, entiéndase la comunidad del agua, en asamblea urgente presidida por la rana fulgurante, aunque se llamaba Ancas, por ser la más vieja del lugar y por lo tanto calzaba experiencia que entrega sabiduría, la misma que compartía con sus convecinos que aterrados acudieron a la piedra enorme desde donde se solían lanzar a la cristalina los diferentes nadadores y nadadoras o viceversa, ya que el orden no altera lo expuesto…
Crisis nos golpea al despertarnos en secano que horas antes no fue—Comenzó discurso exaltado pues exaltada tanto como asustada estaba la veterana Ancas en incomprensible contradicción—Formaremos grupo de investigación mientras el resto se recluirá en la charca del prado, la del dominguero humano, hasta que logremos averiguar el extravío de la límpida intentándola recuperar. ¿Alguna pregunta?
¿De preguntar?—Con su aguda voz interpeló el saltamontes Trotes.
Por supuesto, del preguntar—Contestó la sabía de piel resplandeciente.
¿De preguntar lo que sea o sólo sobre el elemento vital?—Insistió el insecto.
Lo que sea también vale— Con monumental paciencia, sin ciencia y avizorando leve.
¿Puedo formar parte del contingente de investigación?
Puedes.
¿Puedes de poder?
De poder puedes y deja de liar la liada que lías liando con cuestión que no cuestiona, Trotes. Irás con nuestra campeona riachuelo arriba hasta descubrir el enigma que hace peligrar la comunidad. Y si fuere posible, liberar la cristalina o convencedla para que regrese tanto ella como nuestros hermanos peces. Y al resto, recoged los flotadores cintura y manguitos, las gafas de buceo, la goma del pelo, peines y toallas de río o de playa; pues en hora escasa, partimos a la charca humana más allá de las vallas. Esquivando a las vacas e intentando no llamar la atención del viejo perro Negrito. Ya sabéis cómo se las gasta cuando atisba enano animal ya que solo piensa en jugar, lamiendo y lamiendo, moviendo rabo, ladrando y volviendo a ladrar, sin contar con su insistencia de correr tras palo lanzado y traerlo a la vera para que se vuelva a lanzar, cosa imposible por nuestro pequeño tamaño que no comprende el saleroso can.
Trotes se puso sombrero esperando en el borde riachuelo a la afamada rata, que por llegar, llegara luciendo gafas de sol en oscuro tono zarco (que es azul) para partir ambos siguiendo el serpenteante constante e inclinado ascendente del disecado que cruzaba olvidadas tierras, al menos para estos dos que nunca salieron de la ciénaga.
Arboleda coníferas (pinos variados repletos de piñas temporada) matorrales con espinas y espinas zarzamora aun sin mora madura en zarza. Rocas y piedras, baches, ramajes e infinidad de obstáculos que la rata esquivaba veloz y el saltamontes saltaba, puesto era el mejor saltador de la región.
¡Un momento momentáneo, que pista vislumbro en la base riachuelo! — Agarrando su verde cara con las cuatro patas mientras se sostenía con las serradas, ventajas de saltamontes.
¿Algún pescado rezagado que nos pueda explicar?— Esperanzada preguntara ella.
No, no es pez porque agua no hay. — Dijera con su voz atontada.
¿Alguna nota escrita por la anguila?— Insistente insistiera, insistiendo.
Tampoco, buena amiga, aunque mire y mire no hallo animal. — Redundara repetido.
¿Entonces?
Tú ven y mira, además; ¿de qué sirve explicar si con tus ojos puedes vislumbrar?, a no ser que esas raras gafas de sol te impidan ver la pista descarada que descansa entre las piedras y el fango, sin agua, gritando motivos del desmán desconocido. Anda ven.
Andando voy.
¿Hacia aquí?
Hacia ti, llegando—Colocándose a su lado.
Increíble creído al tener enfrente cierto referente que luz podría arrojar, cuatro guijarros circundaban un pedazo de plástico colorado, teniendo en cuenta el peligro que conlleva para los nadadores acuáticos aunque ese no era el caso, claro está.
Puede que sea el motivo, ingente cantidad del colorado atascando en cualquier punto río arriba—Discernió la rata lista mientras carcajeó el saltamontes— ¿Qué te hizo gracia de nuestra desgracia, Trotes?
Sólo cumplo con lo demandado, cómo dijiste río arriba, me puse sobre dos patas para reír lo más arriba que pude. Aunque no entiendo demasiado bien de qué servirá.
Después de la tontuna del experimentado saltador, imperó la aventura al acelerar pasó para llegar al alto donde lo imposible volviera a sorprender. Boca estrecha del riachuelo que a consciencia regeneraba la cristalina de la ciénaga, su hogar, atiborrada de plásticos varios, algún neumático de sidecar, troncos; también muebles y enseres típicos de los pintorescos monos pelados que visten extraño, siempre tapando piel.
Menudo desbarajuste en la boca más escueta que conduce conduciendo el elixir vital a la ciénaga.
No te preocupes Trotes, esto lo vamos a solucionar.
Voces a lo lejos o a lo profundo, no sabría precisar; clamaron clementes ayuda inminente desde el lado anegado por la atascada, asomándose en saliente roca grisácea la acuática nadadora. Mirara detenida tras quitarse las gafas zarcas vislumbrando la tragedia que atrapaba a sus hermanos de carreras, los veloces peces de agua dulce, aun sin azúcar, que atrapados entre ingente basurero intentaban escapar.
¡Son ellos y están todos!
¿Los reyes magos de navidad, sus pajes y los regalos?
No. Nuestros hermanos, Trote.
¿No me digas que han venido mis familiares de la estepa?
Deja de inventar y mira, están todos. Los perezosos colorados, los listos ingenieros, los verdes rápidos y los lentos incoloros. Asidos entre el desperdicio que tiró algún animal…
¿Animal por serlo o por ejercerlo?
Por ejercerlo al serlo todos los que hay.
¿Quién hay, no te entiendo?
Mejor no perdamos el tiempo y rescatemos a los pescados de su horrible mal. Sin paciencia aun con ciencia como nos enseñaron en la escuela. Roeré y roeré el atascado desde la parte seca a ver si retomando la corriente se pueden soltar…
Nerviosismo reinara en alta montaña desde donde se podía divisar el pueblo teja vieja, cuatro casas blancas por la cal aplicada aterrizada la primavera, y al lado, escupiendo humo negro por chimenea inmensa, una fábrica de muebles de madera.
La rata acuática entró en el cauce seco con tremenda presteza, esquivando filos roca, alguna vara suelta, arbustos del verde oscuro y algún que otro u otro que algún dispar, que cuando pisó, resbaló leve retomando equilibrio con el gran atino heredado por su agilidad. Y frente al enorme taponamiento de plástico maloliente, agarró aire y saltó enérgica agarrándose para comenzar a roer.
¿Y yo que hago?— Nervioso él.
No puedo hablar y roer al mismo tiempo, busca una rama e intenta liberar algún pescado para que me ayude a roer desde el otro lado.
Los pescados no roen, sabionda. Nadan, abren y cierran la boca para volver a nadar: Apropósito, ¿qué más hacen los peces aparte de lo que mencioné?
¿Morir atorados en plástico? —Retórica ella.
¿Morir de muerte? — Pesado él.
De muerte de morirse, Trote.
No hubo más comentarios ni preguntas facundias frente a la insostenible situación, agarrando rama delgada aunque pesada para el saltamontes, que intentaba acercar a los atrapados sin llegar a tocar agua por lo corto de la vara y lo diminuto de su extremidad.
Fue entonces cuando apareció un elegante castor de pelaje tierra, ojos penumbra, cintura barriguda y bigotes iguales a los habituales en felinos enormes, medianos o los pequeños que tanto les agrada jugar con ovillos de lana entre la amplia variedad de sus juguetes, claro está.
Desde roca prominente que sobresalía se lanzó a la cristalina liberando a los peces aun tentado en hincarles diente, cosa que evitó, para ergo empujar violento el plástico tapón retornando la corriente a su cauce natural.
¡Insensato! ¿Qué has hecho? Menos mal que la rata acuática es la mejor nadadora de la comarca. — Recriminó Trote colocándose bien su sombrero. — Aunque debo agradecer tu esfuerzo al liberar a mis hermanos peces y desatascar el entuerto que secó el humeral.
Fue salvación encontrada, hallada, tropezada, casual o aposta; puede que viniera o fuere, a la postre resolvió el problema del enigma de la ciénaga que descubriera la nadadora y el experto saltador en la avanzada mañana que peligró el flujo vital y a sus hermanos peces.
No sabía de la existencia de vuestra comunidad, pues de saberlo, seguro que diminutas brechas hubiera dejado para que agua no os faltara. Siento el agravio que os pudiera causar. — Se disculpó el enorme castor de palas dientes gigantes, tanto como su panza peluda o sus bigotes gato.
Me llamo Trotes, rata grande. — Se presentó.
No soy una rata, soy un castor.
¿Castor de casta?
Castor de especie.
¿Especie de especia? ¿Igual que las yerbas resecas que recoge Ancas para sus guisos?
Especie de ser, no de comer.
¿No comes?
¿Qué bicho te ha picado? ¿El mosquito mareo, el del atontamiento o la mosca que inocula bobería con su vuelo triangular?
Puede de posibilidades, que aquella locura aun siendo aventura que acabara bien, resultase advertencia hincando consciencia entorno al líquido vital que mantenía la comunidad. Lo cierto es que la rata campeona, Trote y el castor barrigón, limpiaron de desperdicios toda la vera del riachuelo mientras los peces aplaudían con sus aletas, porque manos no tienen, cuando quedó inmaculado el cauce, el hondo que es fondo y los bordes anegados por juncos jóvenes y otros niño. Y los primeros abetos de la frondosa arboleda también vitorearon a los héroes de esta historieta que juntos regresaron río abajo hasta alcanzar la ciénaga.
Mi abuelo, llegado este punto, dejaba balanceo con gesto agradable para contarme el final que solía cambiar dependiendo del día. Si sol secuestraban las nubes y viento no hacía, el castor se quedaba a vivir en el humeral coexistencia del maravilloso universo inventado, puesto que domingos de verano en la bienhallada tierra fantasía, visitaban el marjal los nietos y nietas del ganadero dominguero, que aún extraño sonar, dejó de lanzar caña desmotivado por la inteligencia juguetona y con motas de mofa de los pescados de agua dulce, aunque sin azúcar, edulcorante o aditivos alejados de la natura del lugar.
Lo cierto es que por mucho que mermara la historieta de la nadadora, el saltador charlatán y el castor barriguitas; siempre soltaba contagiosa risa para ergo incitarme a vislumbrar ese paraíso comunitario cruzando el extenso prado donde sus vacas pasturaban, esquivar la charca y llegar al vallado de color junto a Negrito (el perro fiel de mi abuelito que siempre que iba me solía acompañar) Adentrándome en el humeral mágico para ver a la rana Ancas nadar, a los peces veloces, a ingente ristra de saltamontes donde seguro que Trotes preguntaba cansino y por preguntar. Divisando en el centro de la ciénaga a la esbelta rata acuática de gris pelaje y con mechas escarlata. Era ella sin duda puesto siempre llevaba gafas zarcas de sol que se ponía después de su habitual chapuzón allá, en las tierras de mi abuelo ganadero aficionado a la pesca aunque jamás llegara nunca a pescar. En los arrabales del pueblo teja vieja y la fábrica de muebles de madera donde pasé parte de mi infancia y aprendí a soñar.
Como bien comenzara esta andanza orada y tildada de cierto romancero, oda, poesía en prosa o prosa poética; Hay historias que narran sobre cuentos que rezan, pero ninguna se equipara aquella arcaica (que quiere decir vieja) como relatara dicharachero mi buen abuelo al son chirriante tanto como familiar de su mecedora… Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
® Dadelhos Perez














martes, 12 de abril de 2016

El elevador.

EL ELEVADOR por Dadelhos Pérez

Treinta y un días después de la inauguración del enorme edificio cristal, pues así vestía en zarco suavizado que se confundía en día nada nublado con el celeste emperador, acudió requerido por el seguro de la seguranza que aseguraba la vieja casa de mamá donde regresó derrotado por la vida en común que de eso poco albergara, ya que la que fuere su dama, se inspiraba en esa otra del bien aparentar mortificando al currante de turno que no alcanzaba hasta alcanzar el linde del vaso paciencia desbordando, o dicho de otra manera, quedando usurpada su ensoñación amatoria y cambiada por la cruenta realidad, esa que pese a pasearse a diario por su quehacer mundano no fue capaz de vislumbrar o no quiso emperrado en su ensoñación. (Tanto no sé aunque narre a sabiendas.)
Aclarado este guiso, procedo al extraño entuerto que nuestro protagonista protagonizó (valga o no la redundancia del que inventa) en las entrañas del ascensor treinta y tres aunque solo existían dos; el de servicio destinado a los que sirven de valer por valía, y el de los directivos de nómina dantesca valorando en balanza justa de justicia sus labores mensuales, que escuetas, se resumían en tomar café a las cinco en la máquina de siempre, tirar los tejos a las inexpertas bajo contrato de horas sino minutos y acudir a la barra de la cafetería ubicada en la última planta del novedoso, allá en linde con el terreno propiedad del señor, más conocido como Dios por los creyentes.
Llamó pulsando el botón que colorado lucerío mostrara sonando un tintineo breve segundo antes de abrirse las abatibles del elevador vanguardista, y menuda vista; engalanado con toque madera aun sin serlo, enorme espejo al frente que insuflaba anchura inexistente y un ristra moderna, casi de ciencia ficción, cual instrumento de manejo sencillo tanto como lumínico donde prevalecía en exclusiva verdes fosforito y rojos negativa.
— ¡Menuda chulada!—Exclamó el barbudo por no afeitarse, casando perfecto su desconcierto cara con los andrajos que vestía, casi como todos los días.
—Bienvenido a ascensores Sánchez, el máximo confort con los últimos avances en seguridad—Le hablara la máquina.
— ¿Publicitando a tu patrón? No debes temer, sólo eres una máquina. Despedirte es gasto ingente que esta gente no está dispuesta a desembolsar. Diferente si fueses casi adolescente ocupada en llevar y traer café al orondo haragán de turno, sentado en oficina que reluce gracias al sacrificado servicio de limpieza que boga y boga infinitos horarios, para no alcanzar suficiente salario como para poder respirar. Teniendo en cuenta que el directivo carece de la preparación que alberga la muchacha, ya sabes, la empleada con varios títulos universitarios que ejerce cual camarera o chacha. Mientras el vago alcanzó sus metas gracias al amiguismo que impera en esta patria que sólo conoce el caciquismo como régimen. Es lo que tiene aunque le cambien el nombre y lo llamen democracia, algo que siempre me hizo gracia al contemplar la vieja oligarquía repartida ahora con firmas extranjeras, un mal poema que nos hunde todavía más en el barro de la injusticia, sin duda de dudar, pues hacerlo es aceptar el juego haragán de los vendidos que primero nos vendieron. Aunque dejemos el tema cansino que cansa aletargado desde que España es España.
—Por favor, pulse el piso de destino.
—Casa de mamá, ese es el destino del motivo que me trae por la civilización. No hace mucho entró un ladrón mientras labraba las tierras, no es qué den para mucho al carecer del capital para comprar el abono que más que necesitar, claman incluso las malas yerbas que subsisten por doquier. Aunque muchas de ellas andan más secas que el tabaco que fuma el municipal de mi aldea, ya sabe, mi aldea natal. ¿Podría decirme que botón he de pulsar para tal cometido? ¿Supongo que el uno no será?
Lata lateada de latoso inculto a primera vista, aunque no hay que avizorar con el aldeano recién atracado que iba a reclamar los cuartos prometidos por la aseguradora. Al ser más que normal sus interacciones sinsentido que lo empujaban hablar con cualquier cosa, además, empezó la acaramelada voz del aparato puntero la conversación a la que entró ganado por su buena educación pese al chándal agujereado y la cazadora de pana, que le daban aspecto mendigo en el edificio atraco (disculpadme por repetir atraco, pero atracos perpetran desde sus rancias opulencias enmascaradas en contratos más basura que los así conocidos, sin ánimos de avasallar avasallando)
—Por favor, pulse el piso de destino.
—Empiezas a parecerte a mi exmujer, sólo que ella solicitaba colocando su mano delicada en mi hombría erecta y con susurro seducción, que le diese la chequera para ir de compras con sus amigas. Como comprenderás la cosa no acabó como en los cuentos azúcar que nos cuentan en la escuela, aunque no es culpa de aquella profesora de enormes melones tiesos, y hablo de sus pechos. Supongo que ahora le llegarán a los tobillos porque la edad no perdona, causa estragos advertidos en los mayores que ignoramos siendo críos, la inexperiencia se cura con el paso del tiempo, la mejor medicina contra el mal juventud, si es que lo fuera en algún momento porque puede que sea culpa nuestra esas reacciones de los inexpertos al no enseñar lo que debiéramos y abandonar, ya sabe, encerrarnos en nuestros mundos y que cada cual solucione, lo intente o sucumba.
De repente, sin advertencia sonora, hablada, discutida o negociada; las puertas cerraron con tintineo idéntico al que sonó cuando amaneciera, aunque avisó una vez pegadas las de plata, provocando nerviosismo en el novato nada adicto a la modernidad que no tardó en golpear las claudicadas al sonoro (auxilio) que nadie atendió, hasta que…
—Por favor, pulse el piso de destino.
Sudores gélidos, mirada hundida, temblores de anciano en sus rudas manos que lanzó contra los botones extraterrestres, pulsando todo lo que se podía pulsar y aquello que aparentaba.
—Piso de destino, quinto.
—No es el primero pero tampoco el último. Pensaba que urdías extraña treta al cerrar las puertas sin avisar, pero veo que estás en todo. Por un momento no lo contaba, ya sabes, esto mismo que te cuento ahora. Esta mañana, al levantarme, me conquistó el dichoso mal presentimiento por tener que venir a la ciudad, entre estas calles sólo hallé ruina. Mamá cayó enferma de un día para otro y la trajeron al hospital con la ventura que sanaría, mentira. Expiró agonizando en un cuartucho color marfil, no hay derecho.
—Piso quinto, que tenga un buen día.
—Gracias, es usted muy amable, detallista aun con ese pequeño error de las puertas que no lo tengo en cuenta. A propósito, me llamo Gabriel.
Justo en ese momento se abrieron las abatibles presentando a orondo trajeado con peinado clasista que portaba un maletín de diseño junto a gesto mofa, tras advertir que el paleto hablaba distendido con el elevador.
—Es sólo una máquina señor, la voz está grabada, no hay nadie al otro lado que pueda contestarle.
—No hagas caso de estos, son cobardes que se esconden tras orna mentira. Si tuviese que cosechar su propia comida moriría de hambre. Dime; ¿cómo te llamas?
—Por favor, tengo cosas que hacer y supongo que usted también. Si no le importa, necesito llegar cuanto antes a mi destino.
—Es usted un maleducado. ¿No ve que estoy hablando con la señorita? Si tanta prisa tiene, baje por las escaleras que le vendrá bien a esa panza de cerdo a puntito de conocer a su san Martín.
—No te alteres, Gabriel; me llamo Noelia, es un placer haber viajado contigo y espero soluciones tus asuntos con el seguro. Que tengas un espléndido día.
No contestara la inerte que habla en tono recto, y nada solucionó frente al seguro estafa, pero pincelada de surrealismo diera en pro de la buena consciencia de quien inventa, puesto que el drama siempre derrama en la historia del perdedor camino a la culminación de su tranco constante hacia el averno. Aclarado esto; cincelo último toque al sinsentido fantaseado en beneficio de aquellos y aquellas, raros y raras, que apaciguan las bravas egoístas de la deshumanizada humanidad.
Tal vez dando personalidad a lo inerte, algunos entiendan lo que bien aprendieron siendo infantes frente al descubrimiento de la vida. Esa misma que de adultos ultrajan excusados en meras conjeturas falaces.

®Dadelhos Pérez

Componer desde seguridades literarias está bien cuando anda en la senda profesional, puede que tecnicismos o revenimientos en esos escuetos destinados a la publicidad. Son estilos que bien engalanan cumpliendo objetivos, que en este caso, trasgrede sin más pretensión que experimentar con mis habituales pinceladas romancero tan inusuales en mis trabajos de índole más comercial o profesional.
Es un breve relato introspectivo que abarca amplio espectro social en mera ocurrencia cotidiana; añadiendo cual anécdota, que sí, fui testigo de una conversa similar hace algunos años, un descubrimiento casual que alivió mis ansiedades al comprobar que no era (o soy) el único loco sobre la faz de la tierra al mantener ese quehacer crío de hablar con objetos inertes dándoles personalidad o humanizándolos.
Espero no haber aburrido demasiado con mis bobadas, experimentos u ocurrencias. Dejo al libre albedrio la crítica de cada cual. Ya sabes que sólo pretendo entretener en mi insaciable búsqueda de nuevos formatos (cosa de loco) tras leer y leer las experimentaciones de otros y otras.
Puede que mis despedidas a pie de página redunden, no tengan (o hayan perdido) esa frescura de mis primeros escritos en las redes sociales (algo más de un año si mis cuentas son correctas) Pero expresan perfectas los deseos sinceros que ambiciono para cualquier ser vivo (donde incluyo animales y vegetación. Todos)
La felicidad es la acción de surcar camino, y su adverso es quedar inmóvil en la vorágine de la existencia, pues no conduce más que a soledades pese a estar rodeado/a de personas. (Aun siendo apreciación personal)
Te deseo de lo bueno lo mejor, de lo mejor lo más, y bueno; de lo más, mejor todavía (por mermar un poco el refrán) espero nos leamos pronto en la cercanía de la distancia que nos regala la nube, hasta entonces… Hasta ahora.


    

lunes, 11 de abril de 2016

Inspiración

INSPIRACIÓN por Dadelhos Pérez


Serradas circundan alrededor del lecho valle en verdes elegantes y otros tonos regadío, pues vera río empapa la roja tierra dueña de naranjales majestuosos en todas sus variedades. Siembra de casas que invaden natura formando parte de la locura creciente del ser humano, y esas canciones que paren aves, y esas luces dispares, tanto, como diferentes difieren de otros lugares anegados igualmente del encanto personal que atesoran, aun siendo maternos de otros y otras puesto que este que te describo es el mío.
Preguntarse por qué en el centro añoranza de quien sin despiste entona recuerdo tierno que lo confecciona, es rodeo sincero que sensitivo aterriza en hablaros pausado, entregado a la curiosidad vencida al nacer en mis adentros esos temblores adolescentes que invaden mis carnes de vida, burlando melancolías e incluso edades, alejado de la muerte siempre fría.
Creed en credos viejos que construyeron vuestras magias copiando las serradas de mi tierra madre, ya que me entrego completo a lo que representáis pues eso mismo sois, un suspiro contestado que occiso resucita en sonrisa tímida a la par que rozan mis dedos con sus manos, el instante eterno que queda grabado ardiente por culpa de la sangre que hierve y el acelerado corazón siempre presto.
Dejad que os narre, embelese con prosa nacida de los sueños que imaginaron este momento, encontraros dispuesta en plena tormenta que azota sentidos y derriba temores en este viejo amartelado que suplica clemente por ser escuchado en el plató del día deseo, de la noche vida que anhela alcanzar.
—Hablad con alma puesto de ella mana las posibilidades que muertas creéis que vagan, y quietas, a milímetros de la meta deseo esperan sabedoras por haber logrado. Viejo loco y escriba suicidado en vida social que nada fluye en vuestro encierro deseo, creando mundos enteros que pertenecen a universos hermosos. Vuestro juego de palabras son rezos al alba que siempre albea en su rutina vida, puesto que eso mismo regaláis con vuestra insistencia casi cría, infante canoso que labra oscuros pozos de almas caídas para levantarlas de sus desidias animando camino en tranco esperanza.
¿Quién me habla?
—Quien os ora desde belleza engendro sin taras absurdas ni complicaciones revenidas por el existencialismo vano. Soy dulcinea evaporada que cual rocío abraza en las madrugadas de tu segunda casa, esta Venezuela grande que te inspira constante mientras indagas lenguaje de entre sus tierra. Soy tu conciencia gemela que te visita persistente aun siempre silenciosa, mientras tecleas las oscuras moldeando aventuras singulares tras leer u observar lo real desde rincón cercano, aún apartado de esas vidas al igual que yo hago contigo.
Desearía ver el rostro de la voz gozo que emana de la nada, puede que abrazar o agarrar mano sentados en el océano de grata charla, burlando relojes y anidando seducciones que despiertan poesías, dejando la prosa vida del que se empapa frente al gran teatro de la existencia. Besaría tus labios de diva imaginada que me inventa en su lado etéreo anidado completo en mi coleto ansioso. Saldré al alba en busca del trabajo que me espera, leeré mil novelas cambiando comas y puntos para regresarme en batida de tus gracias, aquí, en mi humilde morada caribeña.
—Tropezarás de nuevo con ella y párrafos narrarás sólo como tú sabes. Dulce flor con piel canela y miel mirada te prendará con sonrisa hipnótica acelerando tus amagadas ganas por la vida. Y puede que algún día su voz sea la mía, puesto que sólo precisas observar y escuchar para engendrar las rimas que casen alejadas de otros y otras que protagonizaron sin saberlo tus intrigas, para por fin volver a contar las propias. Hasta entonces te diré… Hasta ahora.
Y crucé calles tropezando con perla azabache de cabellos rizo y escultura diosa, en la mañana soleada donde comenzó mi quinta existencia tras el café aguado acompañado de arepa, descubriendo el nombre de la diosa que me habla mientras tecleo historia en prosa, cuento y novela. María, así se llama mi futuro en presente reciente, en mañana siempre floreciente, en charla amena, en amistad plena, en ardientes momentos que se incrementan tras versos recitados por sus gestos vida. Puede que cuando escriba deje de hacerlo del resto y lo haga sobre ella, esa frontera donde lastres no existen y amor vence en beso ardiente, mejilla o al viento. Con ella, con ella, con ella hasta el último momento. Puesto me visto entero con su fragancia recordando palabras que musitó en mi oreja mientras la abrazaba, que amor vence sin temor a perderme entre sus universos mirada, entre su risa atrayente, su pelo noche, su piel embrujo y su estar perfecto, para susurrarla al oído como ella cuchicheara segundos antes, que la quiero apasionado y eterno, sin más condiciones que amarla hasta mi último aliento.

Dedicado en exclusiva a mi amor nada fantaseado aunque despierte en mí mil fantasías, María, besos apasionados y sentidos, amor eterno sin condiciones.

® Dadelhos Pérez (2016) 

Bueno, amigos y amigas; es una confesión de mi presente nada secreto que vocea enamoramiento en toda su extensión. No analizaré a mi hermosa pareja actual, María, pero si profundizaré en las pretensiones literarias (aun vagamente) de esta singular composición. Como siempre, es debilidad, trazas evidentes de romancero (un género que no me canso de leer y recomiendo sin importar demasiado el autor) Parto de charlas reales calzando esas otras que tengo en mi ensoñación creativa, no acudo excesivo a la complicación al no pretender más que lo que has leído. Espero disfrutaras, de lo contrario, pues mil perdones. Recuerda que sonreír una vez al día es la mejor de las medicinas, que la inmovilidad ahuyenta felicidad y la lectura (gran vicio mío) alimenta el alma. Abrazos desde la cercanía de la distancia gracias a la nube y con corazón en mano, espero que nos leamos pronto.



  

viernes, 8 de abril de 2016

COLOSUS

 COLOSUS(Breve romancero) por Dadelhos Pérez

Los prados oro y la tierra yerma que enseña faz al margen de la senda serpiente, sube cerro y desciende ante la mirada impávida de olivos viejos con hojas resecas, trilla infierno en el verano condena, allá en las tierras secano donde canción ancestral naciera. Narrando aventuras de vidas occisas que restaron penurias alentando esperanzas entre las aldeas, que hoy viven apacibles en el océano del trigal, en el plácido lago artificial donde beben las ovejas.
Yo anduve leguas ignorando treguas que inconsciente buscaba, cual enemigo de la desgracia que nunca fue ajena. Alcanzando la orilla del poblado de casas cal, teja vieja; enredadera moribunda que en vez de trepar se diseca. Y alma mía dijo hasta aquí y mis pies desobedecieron pensamiento, pues el coleto me guio durante los meses evasivos que me trajeron los días comprensivos en la casa primera a pocas manzanas de la plazoleta. Escuchad bien mi llanto interfecto cuando su voz llamara asustada, y su mirada reina, iluminase mi desconcierto que marchó rendido como me rendí a tan majestuosa belleza fenecida.
— ¿Quién sois?
—El coloso que busca, el caminante que encuentra. La sombra negruzca que produce la quema del sol estío sobre el tronco rugoso del olivo solitario. Pues soy el emisario de las plegarias rezos que acude pleno, que hinca rodilla, que suplica conversa en verso que verse la prosa sentida, la oda amartelada, la caricia cómplice y sincera… Puedo ser lo que vos queráis, el sueño despierto, la muerte que rescata, el dios sin cielo o su adverso solitario en las dunas celestes que glorias conlleva, llegando perdones que de nada sirven pues de nada se arrepiente como mal presagio que puedo hacer bueno, hermosura, belleza.
— ¡Estáis cómo una regadera!
—Como agua necesitada que tierra empapa y se pierde rápida tras ser consumida, yo riego la sabiduría de la ignorancia en mis trancos ritmados que nada persiguen, pues hacerlo sería perderme en los ingentes caminos de mi mente hasta no encontrar vuestra única salida. Soy lo que fuere aun siendo lo que seré, pues en ese cáliz sagrado consagra esperanza sin espera, tras vislumbrar el milagro que no pediste saliendo por esta puerta. Soy amor que nada pide, el pan a secas, el ronronear tierno que eriza vello y despierta la sangre que bulle pasión en el último segundo y con el vigor de toda una vida entera. Cuando beso entrega y mieles diluyen los miedos que fluyen ante la incertidumbre traicionera. Besaros, mi dama, amaros, mi reina. No existe más motivo que motive la motivación en sacra que resucita la condena, cuando nuestras miradas se cruzaron en esta hora muerta.
— ¡Maldito loco, largo de aquí!
—Repite cantinela que burlara en mente y ahora desespera, soy el coloso que camina y el caminante que pierde, desvalido confundo y confundido encuentro la negativa que se repitió en el último pueblo con la merced que desmereció vocerío insultante en vez de decir en tono madre, ¿quiere un café? ¿Se encuentra bien? ¿Por el amor de Dios? Para poder contestar con alma afuera y corazón parado la verdad que la condena y el anhelo guía que abruma incendiando recuerdo, matando de nuevo, brotando odios por los quebrados que bajo tierra madre dejé, y esos otros que aún no llegaron pero llegarán tarde o temprano… Si amor no sana el odio de quien os habla sin vida, tendré que serviros la misma medicina para que logréis alcanzar la empatía que os falta, soltando el lastre receloso y prejuicio que os sobra en la hora desalmada pues por ella me presento…
Los prados oro y la tierra yerma que enseña faz al margen de la senda serpiente…


Bueno, un romancero enigmático que puede ofuscar a más de un lector/a, ante todo agradecerte que te molestases en leer mi humilde composición, es todo un lujo, de corazón. Y por si acaso te encontraste fuera de juego en este enredado romancero que sólo muestra guiños dejando amplio margen a la interpretación, el coloso es la muerte que va visitando y ejerciendo su desagradable labor… Para ser más exacto, en formato enfermedad… Sí, lo sé, muy enredado y con apariencia de otro argumento diferente, pero las pistas están colocadas desde la primera frase.
De todas formas experimentaba entrelazando dos géneros, a la próxima seré (cómo diría) más directo, ¿de acuerdo?
Persisto en que la felicidad te inunde sonriendo al menos una vez al día, con el corazón en mano. Abrazos virtuales y gracias de nuevo.






jueves, 7 de abril de 2016

Cantares del paladín bastardo

CANTARES DEL PALADÍN BASTARDO por Dadelhos Pérez

No somos lo que fuimos allá en los marcos inconscientes donde lo imprudente marca sentidos cual adverso del nulo ficticio. Dioses mortales en cielos llameados por hielos que queman mientras deseos rinden hincando rodilla, prestando nuca al verdugo, esperando lo malo que fuere por pensamiento cobarde; pues no pisar la senda del acto nos convierte en tanto que resta hasta quedar aislados en nuestros paraísos humos.
No penséis que divago agarrando bellas palabras que cuentan ambiguas el sentir encontrado que tenaz conquistara mis presentes, nada de eso. Sólo es parte indivisible de quien soy en estos momentos aun brumas intervengan impidiendo visión clara; puesto que la claridad la entiendo cual enfrentamiento contra la incertidumbre tan necesaria en mis segundos existencia. Dicho esto, confesado y desnudo en alma que vaga errando por parajes tan bellos como inciertos. Dejad que preste mi presencia en roce caricia con susurro cántico acercando mis sedientos labios al manantial de vuestra oreja, recitando los lloros que fueron hasta este preciso instante. Soy la miel sin abeja que labra, soy el miedo del valiente, una constante intermitente que clama besar vuestros labios sin importarle pérdida o castigo que reviniera por pasión descontrolada, al ser vos reina y yo pagano…
No sigáis, señor. Vuestras pretensiones os conducirán…
Donde amanece mi mirada prendada por el candil guía de vuestros ojos esmeralda, mi reina. No existe más naturaleza que aquella que empuja adentros en favor de encuentros con corazón entrega, sin importar perder la vida al ser insípida de no caminar hacia vuestro atino. Os ruego una negativa, rechazad mi descaro y marcharé por donde vine sin agregar lamento, mirada o súplica. De lo contrario, si así fuere, anidad sin compromiso en roce sincero y volemos hasta las estrellas ajenas a leyes y credos del hombre. Puesto que amar es la única ley que debiera regir los vastos imperios de peleles adormecidos por el subyugo despiadado de quien pretende prevalecer dando espalda a la belleza presente, a sus adentros celestiales, a su voz dulzura que inspira locura atando a éste pagano… Besadme, señora.
No. Marchad, buscad en cualquier otra…
Si habla vuestro corazón, marcharé sin mediar más que aquello que expuse entregado. No temáis pues la pérdida es mía y no vuestra.
¡Esperad!
No hago otra cosa desde que vislumbre el paraíso en usted, señora. Una espera que desespera aun imponiéndome la paciencia necesaria, que como soga de condenado; resta aire, ahoga sentidos, argumentos e ingente lista mundana que conduce una y otra vez hasta este momento, este segundo, este universo que ruge contacto eternizando beso sin importar lecho, lugar, sentido, sinsentido… Si amor diera, dierais, diéramos… Compartirnos, amarnos…
“… Dulce elixir que contamina negatividad, embarca emotividad vida entre vivos que mal caminaban por la senda de la privación. Ella recogió el guante del pagano posando sus delicadas manos sobre su pecho al son amartelado del destello amor que iluminó primero sus ojos zarcos, luego a su benefactor para terminar cual estrella poderosa invadiendo la estancia recogida cual lecho prohibido. En el segundo que detuvo al mundo entero, incluyendo también las almas que estuvieron y ahora vagan. Pues de la pasión entre enamorados del sentir coaccionado bajo las clases pudientes y esas otras; un pagano perdido en el océano divino que despierta vida acelerando corazón, hirviendo sangre, erizando bellos, compartiendo beso aceptado tanto como deseado por la noble hermosa… Que tan linda cosa casara en el mundo siempre a la deriva; que de ellos nació nueva vida a la que todo el mundo llamaba bastardo, aunque me place narrar la historia amatoria de mi padre valiente y mi madre, la reina más hermosa de los reinos del hombre, los de Dios y los que pudieran existir en la bóveda cual envoltorio de nuestro mundo…”