En una de tantas tardes, decidí dar sinsentido a las viejas pretensiones de mi fantástica imaginación, con el único pretexto de gozar durante un minuto de lo que pude ser si no fuera lo que soy. Aún con ciertos cambios para darle chispa al flipe personal, pues comer todos los días lentejas cansa y harta precipitando inexorablemente al odio sin cuartel. Dímelo a mí, las detesto.
Así que comencé buscando cualquier banco de cualquier parque en la ciudad prisas donde sentarme, prender un pitillo con el flamante encendedor adquirido en "galerías robado" y soñar en despierto un plan perfecto destinado a quemar segundos, ya sabes, hacer el tonto por tonto para luego dármelas de inteligente en el día a día. Vamos, como hacen los políticos o los políticamente correctos, los sabios sin savia o los iluminados bajo la farola de la ignorancia con bañador, gafas de sol y toalla, convencidos de que se trata del sol en plena madrugada (vale, me he pasado veinte pueblos)
En fín, para ser sincero, no hallé un banco en condiciones óptimas para el efecto ensueño offline. El que no estaba pintado albergaba excrementos de pájaro, la mayoría, y de pajarracos, los más escondidos.
No sé cuantos minutos aboné en mi chiquillada hasta que empezó la verdadera fiesta, es màs, me da lo mismo por alcanzar el nirvana sin manosearme.
Apareció paseando con andares jamoneros por una de las sendas del jardín prometedor. Uñas del rojo pasión a juego con el carmín de sus globosos labios golosina, vestido ceñido y escote, medias noche trasparencias y escote. Cabello castaño en melena deseo al viento y escote. Aunque solo me fijé en el universo atrapado en sus ojos esmeralda y su escote.
Por norma, las todas, no suelo babear y hablar al mismo tiempo por pudor (me duele mancharme la camisa con mis babas) pero en la madre de todas las ocasiones, mi postulado vergonzoso de adulto jugando a memería inconsciente tenía que despertar olvidando lo que pude ser para intentar serlo durante un segundo, una hora o para los restos. Nunca se sabe si no se lee. Y con toda la lectura posible donde incluyo desde al afamado Pérez-Reverte hasta la factoría Marvel, Mortadelo y Filemón; sin olvidar el playboy o la desaparecida Interviu, no puedes dar por seguro la supuesta sapiencia en su vasta comprensión, es una obviedad que suelen olvidar los adictos a la lectura en el baño, mientras cagan. (Pero no quiero desviarme del tema)
Suave, a lo bestia, dejé el banco trazando trancos seguros hacia la intersección de las posibilidades efímeras, no sin antes deshacerme de la punta del pitillo al viejo estilo de los gansters de a blanco y negro, a lo machote.
Cacé el aire que pude con el fin de concentrar todo el poder en la parla. Me planté frente al bombón, mostré dentadura profidén a lo pobre y con la locuacidad, astucia e inteligencia que me dio la vida, disparé, sí, disparé para no fallar con enigmática cuestión capaz de anular. De anular y cautivar si me aprietas con ganas, magreas efectiva y besas con locura. Espera, esto último es de otra alucinación, mil perdones.
Y clack-clack (...) disparé...
-Hola, princesa. ¿Follamos?
-No, gilipollas.-Y se fue perdiendo el culo, a toda mecha.
Fue increíble, más grande de lo que imaginé. Dejar de soñar y dar el paso me sentó a las mil maravillas. Porque ahora no solo lo imagino, no. Ahora puedo repetirme hasta la saciedad que casi me tiré a un bombón de portada...Eh! Y sin levantarme del banco.
La leche, soy la monda.
Mañana lo intentaré con una famosa, sí, una extranjera para subir la dificultad. China o vietnamita, zulú o marciana...¡La leche embotellada! Lo haré con una marciana. Sí, el único ser humano, tonto, hombre, pajotero real y mental que se lía con una marciana. Da para una novela, ¿verdad?
...Machoman y el polvo interestelar...A pelo, claro. O como diga la marciana, no hay que abusar, solo dejarse. Eso, que mande ella...grrrr...
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