viernes, 12 de octubre de 2018

Egolandia.

Comprueba la cesta y vaga al bosque de las vanidades por la senda de tierra prensada. Deléitate con los arrabales verdosos del frondoso egocéntrico donde no existen cristalinas. Agarra aquello que mejor engalana omitiendo la tara que te identifica y créelo, dogmatízate, respíralo cual oxígeno inherente a egos desmedidos, contrarios a lo soez por sensiblero.

Luego, tras el baño frugal de las mediocridades acentuadas, regresa a la tasca de las realidades, el comercio físico de lo verdadero. Apaga la maldita pantalla, olvida al pesado ombligo que aspira, se disfraza y nunca realiza.
Y quéjate, por supuesto.

Y no, no es verborrea transumando por los pastos de la adulación engañosa. Es la verdad verdadera que nos une.
Cuando sacude despiadada cualquier tormenta que arrasa con toda una población, por ejemplo. O cuando la democracia y los buenos valores mueren frente al plato vacío, por extremo.

Sin embargo de ciegos y sordos nos vestimos ante lo siniestro del día a día por las prisas, lo inmediato o nuestra dependencia a la nueva esclavitud bajo contrato basura y alquiler desproporcionado.

Ni te preocupes, ni te lamentes por ello, querido amigo. Comprueba la cesta, prende la pantalla y atibórrate en la red de redes.

Mañana será otro día como lo fue ayer, ese pasado reciente u olvido inmediato que en algún momento indeterminado acabará olvidándote.

©La Ranura de la Puerta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.