Cual girón que a nada conduce y todo precipita, amo el segundo que impera ansiedades frente a la oportunidad de dejar de imaginarte para comenzar a conocerte una vez más.
No importa mucho si la luna luce o el cielo encapota, si llueve o abrasa el estío. Pues es el momento esperado tras los sueños de soñarnos, acá, en la nada que fuera por el todo que anhelo.
Y sin rodilla en el suelo, sortija cual promesa o poema ensayado frente a mi propia cara copiando lo que fue de lo que fuera y resta, suma solo cuando rememoro. Abro los brazos, lleno mis pulmones, recito leve duda y salto. Vuelo, precipito sin aliviar las taras que me mortifican por las alas que te robaron. Las de fuego.
Esas traidoras quebrantes que tu muerte sirvieron. Y ahora, ahora mismo, en nada. Encuentro (...)
©La Ranura de la Puerta
Fruto de filosofear desmedido y muy entrelíneas, Egolanjdia es un triple mortal no apto para sensacionalistas.
Todo un reto para los más sesudos/as.
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