viernes, 22 de enero de 2016

El profesor de música

EL PROFESOR DE MÚSICA por Dadelhos Pérez

Imaginad una hoja moribunda que a duras penas se agarra a su madre en el alto copa, que si ojos tuviera, lágrima pariría en su viaje muerte, su final vida... Imaginad desde los sentires cual colchón, el adormecer que la arrastran en baile tenue por el viento Dios que abraza a la inerte, triste y rendida, frente a la intemperie novedosa del vuelo escueto hacia la nada suelo que resulta madre del árbol, el mismo que la despide en primera linea de entierro; mientras sus hermanas la acompañan en danza silencio en nuestro otoño, que es su invierno.

Embelesa su óbito en giro remolino que alza cuerpo ocre, viajando metros entre idénticas sin punteras de baile clásico. Al compás del maestro que sopla endulzando batuta e indicando con la izquierda volumen afásico... Entra cuarteto cuerda rompiendo zozobra y el viento invoca soplo laxo que mantiene suspendidas, casi paradas, a las tantas que se rozan en espectacular danza, siguiendo al violonchelo que las llama y el violín, después el llanto de la viola que presenta el acorde piano...

La música es el momento siguiente a la imagen que presta rozando el alma que se entrega emocionada por la simplicidad, puesto que en la extrema soledad, en vuestros rincones del recuerdo, de la introspección y comunión del adentro con el afuera, renace el instante magia cual beso en mejilla de musa, susurro al oído de amada, abrazo de madre, padre... Miradas cristales, silencios novelas... En la bella interpretación, no de lo que fue, sino de lo que sentisteis al contemplarlo, dibujando en el pentagrama las notas que son letras para escritor, en vuestra humilde pero empática versión de lo que fuere para recordarlo de esa sonora manera, eterna.

La magia llega, la magia impregna los universos vastos de los vivos literales, ya que cada cual interpreta a su forma, transmitiendo de la misma manera lo que transmite el compositor, y sin reglas que de nada sirven llegados a la madurez, querida clase. Para hablar, conocer; para componer, contemplad. Todo lo que nos rodea grita silencios o calla bramidos, ¿quién lo puede saber? Cada individuo lo filtra diferente siendo para todos lo mismo, y llegado el estreno de quien se detuvo ante lo insignificante como el sepelio de hoja en parque otoño, comprendiendo lo que es a través de la inspiración vislumbrada... Llega a todas y cada una de las almas asistentes, donde me atrevo a incluir ratones y gatos... Porque todos fueron hoja ocre bailando en el capítulo de sus desdenes.

La magia de la composición perfecta está en la contemplación del imperfecto que acaba definiéndonos... Salid a la vida, olvidad los sobrantes del consumismo y componed la oda de vuestra existencia desde el entendimiento hacia lo ajeno... Se acabó la clase por hoy, id al mundo y presentaros como quien sois, atended y observad, puesto que en él radica la verdadera enseñanza que os conducirá a la inspirada que tanto anheláis.



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