REY MALDITO por Dadelhos Pérez .
Capítulo 6º: " La Trama norteña. "
Les supo a gloria bendita pernotar en
las caballerizas tras hacerlo durante demasiadas noches en el vasto
secano, prefiriendo el aroma a bestia que se respiraba en aquel
cobertizo anegado por paja, a las bajadas terribles de temperatura y
los enrabietados vientos que jamás descansaban, junto a las alimañas
ladronas de víveres bajo el manto noche que incluso mordieron a
varios soldados, obligando al capitán Khor a poner turnos de
guardia.
—Podéis descansar, soldados.—Anunció
llamando con la mano a su más fiel vasallo.—¿Os sentís con
fuerzas?
—Sabéis que sí, mi señor.
—Tengo una misión para vos, Sarrel.
Y como siempre se trata de un tema delicado, reto a la altura del más
sigiloso de mis soldados.—Cediendo una daga con empuñadura dorada
y un diminuto frasco de cristal repleto de líquido verdoso.—No
debe despertar, y no deben relacionarnos con su eterno descanso.
—Así será, señor.
En los aposentos privados del máximo
mandatario del bastión, la hoguera crepitaba animosa mientras el
duque reposaba en su sillón predilecto armado con copa de bronce y
encarado al baile inquieto de las llamas. No estaba solo, una esbelta
sombra se advertía cerca de la tronera de la estancia.
—Teníais razón. El Marqués no se
equivocaba.
—El rey está en peligro, Duque.—En
cálido tono femenino.—Y vos resultáis escollo para la treta del
Conde, no tardarán en intentar liquidaros.
—Eso no me preocupa, señora.
Mientras llegue el momento con duelo honra... Mi vida es prescindible
pero la del monarca, eso es otro cantar. ¿Quién avala a ese maldito
traidor, Dorth? Es un viejo y no creo que a estas alturas del baile
ose...
Atrayente mano de piel blanca con
largas uñas teñidas del rojo carmesí, posó en el hombro del
anciano en clara muestra afecto.
—Mi hermano está detrás de la
insurrección. Recordad que me negué aceptar los planes de mi Yahvé
cuando conocí al príncipe, y Gorín nunca aceptó que mi padre
abandonase la idea de invadir el reino; papá murió hace cinco
lunas, erigiéndose cual nuevo emperador Gorín. No puede lanzar a
sus ejércitos contra nosotros porque yo estoy en la corte, sabe que
de hacerlo la tribu del este y las cuatro islas se alzarían contra
él. Pero si yo muero a manos de noble de nuestra corte, todos los
ejércitos del norte se unirían al nuevo monarca... Imaginad la más
vasta milicia jamás reunida por rey, caudillo o emperador. Nos
devastarían.—Caminó hasta el sillón gemelo dejándose ver.—El
conde Tizno Tizón solo es un peón pese a que crea en las falacias
de mi sangre, Gorín lo utilizará para decapitarlo o ensartarlo en
el centro de cualquier plazoleta; ya que ambiciona las tierras del
sur. Nuestro diminuto e insignificante reino desafortunado se
encuentra entre ambos imperios.
—Podríamos intentar una alianza con
los Moriscos ya que sus ejércitos son vastos, experimentados y
sanguinolentos.
—Si no detenemos la insurrección, mi
querido y gentil duque, no nos quedará otra salida.
La luz del llar reflejaba en el cabello
cobrizo y rizado de la mujer, tez blanca con zarcos ventanales del
alma que transmitían calma aderezada con el candor de su estar,
capaz de amartelar a la mismísima parca. Telas humildes vestían su
cuerpo delirio que parecía burlar al tiempo en el esplendor de su
madurez extraviada, a juzgar por su juvenil aspecto.
Los ojos del viejo barbudo, el lobo de
guerra, como se le conocía en cada rincón del reino; emitían
deseos que contenía en respeto por la dama, la amante del moribundo
rey, la mente pensante de todas las décadas de paz que saboreó el
pueblo desde el asesinato del ofuscado padre del monarca a manos del
Marqués. Algo que muy pocos conocían y muchos menos supieron los
motivos de aquel envenenamiento.
—Traje conmigo al guerrero, el hijo
del hechicero Bhlu, Rigodón. Me preocupa la seguridad de mi hija.
—Ningún acero dañará Adelha,
señora, mientras me queden fuerzas para blandir espada y cumplir con
la palabra de protegerla. Podéis estar tranquilos vos y el monarca.
La joven está a salvo en mi ducado.
—Nadie debe conocer su procedencia.
En cuanto al gigante galo, es el mejor de los refuerzos para sus
filas, vale por veinte soldados experimentados aunque peca con el
hidromiel, nada es perfecto. Ahora, debo regresar al alta junto al
rey. Dad muerte a los traidores cuando enseñen baza, querido amigo.
Después preparad vuestras fuerzas y marchad hacia el castillo real.
Mandé emisarios a todos los bastiones del reino. Debemos detener la
insurrección antes de que tome cuerpo.—Encapuchó su cabeza
saliendo de la alcoba y desapareciendo por la angosta escalinata con
su guardia personal.
Entretanto, el viejo lobo de guerra
liquidó su licor dejando la copa sobre la mesa, junto al catre, para
rescatar su vieja espada que descansaba colgada en el muro, al lado
del escudo donde se podía apreciar la cabeza de un lobo en negro
sobre blanco fondo.
—Somos unos viejos incorregibles, mi
fiel acero; pero moriremos como mueren los soldados, en el campo de
batalla.
Despuntó el alba clareando las regias
y vigorosas arboledas del serrado, como siempre, las aves despertaron
antes con sus alegres cánticos; los guardias de la muralla seguían
roncando echados en el suelo, y los leñadores de la aldea encauzaban
camino adentrándose en el frondoso bosque hasta las laderas, donde
permanecían los mejores ejemplares para la tala.
Khor, ansioso tras descubrir que su
mejor asesino aún no había regresado, mandó a sus soldados que
agarrasen sus alabardas convencido de que había sido descubierto.
Las puertas de las caballerizas permanecían cerradas y no se
escuchaba rumor de gentío. Pensó que afuera aguardaban ballesteros
apostados en el alto muralla dispuestos a darle muerte.
—Permaneced preparados para la
carga.—Ordenó blandiendo su espadón, arrastrando la punta de este
por la paja mientras se acercaba a la puerta.
De patada abrió la abatible
descubriendo que todo seguía igual, no habían guardias ni
ballesteros apuntando saetas asesinas y le tranquilizó, ya que cabía
la posibilidad de que Sarrel permaneciera escondido para no ser
descubierto.
—¡Buenos días, sarasa cruzado!
—¿Vos aquí?
—¿Tanto os sorprende? Desde nuestro
encuentro en la taberna han habido cambios, damisela; como podéis
apreciar ya no luzco mi penumbra guerrera con las cruces escarlata;
ahora tengo una azul con cruz blanca en el centro, como vos. Ya que
soy el nuevo capitán del Serrado. Me ascendieron antes del claro
día, todo un honor para éste Galo.—Cuatro pasos cortos le
bastaron para plantarse frente al habilidoso Khor.—Después de
recibir tan gran honor, paseé disfrutando de la estrellada, el cielo
raso. Y tropecé con una rata escurridiza con sangre hirviendo, ya
que desenvainó rápida tanto como temblorosa. Vos mejor que nadie
sabéis que no me gusta molestar a la “embelesada” de no ser que
sea gresca mérito. Y la sabandija no merecía tal honor.
—No sé a qué os referís, gabacho.
—Me refiero a vuestra traición,
sarasa.
La pretensiones del Conde Tizno Tizón
de acabar con el hijo del Marqués, Capitán Assin, parecen truncadas
por la entrada en escena de la enigmática de cabello cobrizo y su
lengua sucia, el galo Rigodón.
La insurrección fracasa en el serrado
aunque en la ciudadela del Alta, sede del moribundo monarca, Tizno
Tizón movilizará sus fuerzas con el apoyo de sus velados aliados,
de entre ellos, el señor de la guerra Gorín.
Alcanzamos la cumbre desenmarañando la
verdad anegada por falacias que perduraron en el reino durante
décadas: ¿quién es el verdadero enemigo de la corona? ¿Por qué
la imperiosa necesidad de sobre-guardar la identidad de la guerrera
Adelha? ¿Qué se esconde tras el golpe de estado?
No te pierdas el 7º episodio de esta
novela por entregas, el infierno puede que se alcance caminando por
sacros caminos pulcros de ideales nobles... La guerra está servida.
Bueno, y lo de siempre; pesadito con
que le des a la publi de abajo. Tómalo cual redundante coletilla de
este cansino dado a la literatura, sin malos rollos, pero si
pinchases me vendría muy bien. (Llegamos con el 7º capítulo al
ecuador de esta primera parte de la saga, que una vez terminada,
estará disponible en formato digital como ya anuncié)
Recuerda ser feliz, sonreír al menos
una vez al día, pinchar la publicidad... (Uy! Lo siento, esto último
sobraba aquí, jejejejeje) Gracias por leer mis humildes letras,
espero te divirtieras tanto como yo al escribirlo. Un sincero abrazo,
familia.
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