Es lástima el viento que
agita cuando calma manda; certeza si lo viera o sintiera, anegado en
sueño redundo que entorna el mundo en sonrisa concentrada.
Resplandor en su cara, candor en sus manos. Soy privilegio al
compartir parco segundo pasado al lado de la señora vida, respirando
el mismo aire que respirara desde el deseo que prima emociones,
despertando intenciones que van más allá del espíritu, llegando al
sátiro de la carne occisa…
Pero, es lástima el
viento que agita cuando calma manda; pues marca segundo que acontece
jardín delicia o muerte bárbara, sin tener cuentas pendientes e
infringiendo tara en alma que aprende, recuerdo en mente, la
pesadilla nocturna que merma a diurna pese mantener los ojos
abiertos, caminando despierto por la senda del rendido para rendirme
a lo clamoroso. Llegar a vos, caminar cabizbajo a su lado sin que
usted mueva las piernas, diera paso, en silencio, enlutado en
remembranza viva que para nada envanece…
Sigue siendo lástima el
viento que agita cuando calma manda, pues calma otorga el beso
desesperanza cuando se acaba el camino; pues calma concede mutismo
tras perder la vista, el oído, la alegría vacía del que se postra
apesadumbrado, acompañando a quien me acompañara durante los
durante…
Es
lástima el viento que agita cuando calma manda, cuando caja cierra,
cuando rumor te recuerda en paseo finiquito al son redoble del
campaneo que advierte pérdida. Cuando coronas floreadas flanquean
laterales del coche óbito… Es lástima el viento, el que agita
calma cuando muerte impera, cruzando la avenida de los olmos hasta el
portal del pésame, para contemplar tu bajada de los cielos a las
entrañas tierra, mientras el sacro predica biblia, el terco
desespera, la madre llora, el padre se derrumba y la tristeza en mí
se torna penumbra víctima de vuestro sepelio que nos entierra.
Es lástima, dije, cuando
en realidad quise decir, pena.
®Dadelhos
Pérez
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