Pollo
relleno con guarnición de la huerta (Micro/reivindicación)
―Puede que encuentre algo
soso el primer plato, desde que aterrizó la crisis me vi en la necesidad de
prescindir de los servicios de Francesco.
Enorme tragedia para el refinado chef aunque toda una bendición para mi
bolsillo. El único inconveniente, Mohamed,
no acierta nunca con la sal quedando corto, y eso que es árabe, debería llevar
en sus genes el don de la sazón, son los reyes.
―Increíble, ¿despediste al
mejor chef del país por la crisis?
―Simples recortes de
personal, señor. No debe alarmarse, la calidad sigue igual que siempre, solo
que ahora el cocinero, que no chef, es algo más económico.
―Espero que así sea, sería
toda una tragedia arruinar su reputación en aras del capitalismo desmesurado.
No todo es reemplazable, mi querido amigo.
―Disfrute del almuerzo,
seguro que quedará satisfecho.
No pudo evitar
pedir el plato por excelencia de la casa, pollo relleno con guarnición de la
huerta, un espléndido manjar que gozaba de gran reputación (…) Hasta que el
plato aterrizó en la mesa.
― ¡Metre!
―Usted dirá, señor.
―A este pollo le falta
cocción.
―Es una nueva y
revolucionaria técnica de nuestro nuevo chef, puede que en apariencia le falte
un poquitín de fuego. Pero le sugiero que lo pruebe, es una auténtica
delicatesen.
―Tiene plumas.
―Sí, lo sé; la técnica,
como bien apunté, es revolucionaria.
― ¡Coño! Está cacareando,
no tenga tanta cara.
―Es preferible así, según
los médicos hay que cocinar poco los alimentos, señor.
―Y encima ni siquiera es
pollo, es gallina. Acaba de poner un huevo en el plato tras zamparse los granos
de maíz hervidos.
―Lo del huevo no confirma
que sea gallina, usted pidió pollo relleno con guarnición de la huerta. Y no
vea lo complicado que resulta colar un huevo en los pudientes del pollo. De ahí
que deba consumirse rápido pues corre el riesgo de convertirse en gallina o
desencadenar una batalla a vida o muerte mediante certeros picotazos…
―Este restaurante ya no es
lo que era, déjelo, me voy.
Rocambolesco
tanto como decepcionante, una floja historieta a la altura de esos más flojos
empresarios que inventan tras despedir pretendiendo lo mismo con diferentes. No
es un ataque a la emigrantes al considerarme uno de ellos, pero hay que
tenerlos bien grandes para despedir al que sabe hacerlo tras hincar codos y
pasar todos los filtros del mercado laboral, para colocar a un recién aterrizado
al país y ponerlo al frente con la condición de que cocine exactamente igual
que su antecesor. Si al menos le dejaran hacer sus platos… Es una pequeña
crítica al restaurante donde suelo acudir para degustar platos tradicionales de
mi tierra… Juan, no me puedes vender gato por liebre, nací en el mediterráneo,
hablo valenciano a la perfección pues es mi lengua materna y llevo comiendo
“all i pebre” desde que era un mozalbete. No hace falta que despidas a tu nuevo
cocinillas, déjalo de segundo y contrata a alguien que sepa hacer nuestros
platos. O bien, deja de dirigir un restaurante valenciano y cámbialo a
Tailandés, al menos tendrás cierta calidad. Sin rencores (pero coño, tío; no
quiero pensar como saldrán las paellas)
Dadelhos Pérez.
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