Esa cosa (Micro/drama)
―Cruzaré los manglares
de la indiferencia a tranco convencido, mirada impávida y rencor olvidado.
Dibujando lienzo en marco esperanza, vivezas que fueran y pocas que imaginara,
para alcanzar la puerta que me llama desde el silencio que escucha. Girando el pomo
de las dudas para abrir la abatible de las certezas. Y cuando la ranura ceda,
seguro que encontraré el inicio de la búsqueda o el final de ésta.―Colocando
solitaria rosa vida sobre la caja muerte.―Y la vida florecerá en cada noche,
emergiendo de mis mundos atados al destino etéreo, con sonrisa grata, con
amabilidad no forzada… Desnudo igual que me mostrara al mundo… Somos el eco que
nunca callará mientras siga constante el bombear del que rige mi pecho, fiel
amigo. Siempre vivirás en mí, nada de eso ha cambiado ni cambiará.
― ¿No es un poco
exagerado?―Musitara un invitado al de al lado.―Sólo es un perro muerto, un
animal… Ha perdido la chaveta.
―Todo aquello que no
aparezca en tu dogma es tontería, ¿verdad? Yo pienso que cualquier muestra de
afecto encaja con eso que llaman, humanidad, a pesar de que el sepelio sea para
mascota. El viejo amaba a su can y el can se desvivía por el viejo.―Le
contestara impasible.―Sin embargo para ti tu centro difumina la realidad vital
que lo envuelve, un pensamiento herido por la falta de experimentación,
supongo. Si quiere rendir honores al cuadrúpedo está en su derecho.
Salieron de la pequeña
capilla del enorme rancho del afligido ricachón, montando cada cual en su
vehículo. Se sentó con sonrisa mofa tras ser testigo de enorme tontería siempre
bajo su juicio desquiciado. Buscó las llaves y encendió la máquina encarándose
rumbo a la carretera, a casa, no sin antes encender la radio, poner el programa
deportivo al que era adicto por su devoción por el fútbol y en especial por el
equipo de sus amores.
―”Impresionante, un
partido histórico que quedará en la retina de los aficionados. El grande
doblegado frente al pequeño en las semifinales de la copa nacional…”
Lágrimas emotivas
anegaron sus ojos entre rabias por no haber podido ver el memorable partido. Su
equipo había logrado una gran gesta plantándose en la finalísima contra todo
pronóstico.
Se vio obligado a
detener el vehículo en el arcén con el objeto de tranquilizarse, nunca antes se
había sentido tan efervescente, ni en su boda, ni en el nacimiento de su primer
hijo, ni en la comunión de este, y por supuesto, tampoco en el entierro de un
ser vivo que representaba todo un mundo para el solitario ricachón…
…Lo más superficial
toca carne, los sentires son dueños de nosotros. Un forofo del fútbol, un
amante de los animales, un curioso de la vida, de la muerte, de las letras, de
los filmes, del beso, del abrazo, de la indigencia, de la paciencia o de su
adversa que estalla rompiendo lo inservible para ofrecer desastre que obliga al
tranco… Somos ridículos incapaces de ver nuestras soeces y atisbando las del
resto con temeraria facilidad. Aunque gracias a la providencia tiene cura… El
conocimiento desde la empatía, sin mascaradas egocéntricas. Aprender del resto
ensancha horizontes hasta lindes insospechados. El ser humano es ridículo…
Ridículamente rico, ridículamente inmenso…
®Dadelhos
Pérez (La ranura de la puerta) 2016
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