viernes, 11 de enero de 2019

LA GATA

Soy quien busca entre las sombras yacidas del crepúsculo difunto. Un novato desprovisto de corduras. Gato pardo en el festín carroñero, agazapado entre los contenedores del desecho allá en la callejuela de las Soledades Frías, donde espero.

Soy el dogma fracasado, la sombra de la vida, desesperanza prohibida en los sueños vitalistas de los amantes de las luces. Y fiel a la natura que me diluye en la poza de mis verdades, tras consumir el benceno del tabaco reducido al pitillo procesado, mis ojos encuentran gracias a la advertencia del oído. Pues tamborean pisadas imprecisas del tacón aguja. Forma silueta hermosa frente al resplandor naranja de las farolas sitas en la abyacente rua, calle o avenida.
Y con la paciencia de quien observa manjares expuestos en cualquier vitrina, contemplo la duda de la solitaria, que plantada en la bocacalle de la fría, valora sus miedos sopesando sus prisas para adentrarse en la trampa de sus finales, el principio de mis locuras por la futura sangre derramada, mi firma...

"Cloc-cloc, dicen sus zapatos y callan valentias. Cuando la reina de la fiesta se sumerge en el recio destino, lanza la moneda en el juego de lo probable sobre el tablero de la muerte, sin salida. Y yo, filo desalmado con sed descontrolada, aguardo hasta que ofrezca inadvertida su espalda. Y..."

-Soy quien busca entre las sombras.-Inoculo susurrante el desconcierto cual llave que abre la caja de sus miedos.-Y he encontrado el destello efervescente en el corredor de los tormentos.-Se gira y le muestro el gélido filo de mis pretensiones.-No quiero tu carne, busco tu alma. Cortarte es amarte. Matarte, quererte por siempre, o recordarte en el inerte ensoñado del dormido inherente a lo eterno.

-Vaya, un loquito entregado a la locura. Menuda novedad. Llevo horas vagabundeando los callejones, y por fin, gracias al destino que no al divino que me detesta, encuentro a un novato de mi orden. Torpe, vacío, asequible tanto como desquiciado.

-¡Puta de mierda! ¡Grita, corre, teme!

Soy quien busca entre las sombras y halla oscuridades. De nada sirve la navaja, el arrojo o la demencia. Pues ella muestra refulgir infernal en su transformada mirada. Rescata metal de su bolso coqueto, me apunta, carcajea y dispara. Precipitándome al mojado suelo, perdido, contrariado, dolorido por la bala incrustada en mi pierna. Y balbucéo.

-Soy, soy. Soy.-¿Tiemblo, dudo, qué pasa?

¡Miedo!

-Tranquilo, es normal.-Filo plata, ritus mortum, fuego y rabia. Acude cual hiena famélica, agarra mis cabellos y tira desproporcionada para que sirva mi gaznate en el ansia de su bandeja.-Tienes miedo, tiemblas. Qué lástima, das pena.

Soy quien busca entre las sombras y encuentra, un pronto cadáver cual resta de los placeres sanguinolentos de la gata morbosa, sus caricias, sus risas, sus atenciones (...) mis (...)

-Eres una mierda de víctima. ¡Joder! Ni siquiera has aguantado las primeras caricias ¡La leche!-Ojeó su reloj de pulsera.-Bueno, aún hay tiempo. Me ducho, me cambio y de nuevo a la calle. Puede que encuentre al gilipollas perfecto y me corra de gusto clavando la puta navaja en el centro de su locura. El cuello, el pecho o su jodida hombría.

Miau, miau.
Cuidado con la gatita, pardillos.

AUTORÍA: Dadelhos Pérez

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