ATRAPADO
EN MI TIEMPO A DESTIEMPO por Dadelhos Pérez
Siempre
cuento al bajar, es costumbre del niño que murió atrapado entre las
medallas que te otorga la vida; aun así los cuento, siguiendo más
lento la sintonía idéntica de mi infante muerto, regenerando las
inocencias que con él huyeron, acariciando lo fantástico vuelto
aburrimiento, buscando recodo olvido donde redundo olvidara esa
obligación primera que todo ser vivo tiene, la de vivir viviendo.
Me
enojo, maldigo en sordo chillido que afuera es mudo y adentro eco
constante, siempre presente en lejanías cercanas, en cercanías
abismales, en lo bueno que probara durante mis durante; y lo malo
encallado en el recuerdo adulto, la enfermedad que te despierta en
las brumas del razonamiento; pues niño esperaba descubriendo, y
ahora, descubro la espera de esperar por mera espera… Sin prosas
pesadas que vagas se aligeran, entrando en el romancero que encandila
vislumbrando la rima que recuerda la vida, sin coma ni pero… Cuando
ninguno me queda por contar, me despierto…
—¿Qué
tal señor, Tomás? —Se repite el portero.
—Ando
medio cojo, me duelen las manos, no siento los dedos; cada vez me
cuesta más bajar las escaleras, me he hecho viejo…
—Suba
y baje por el ascensor
—Serás
bobalicón, si por el trasto ese subiera y bajara, ¿Cuánta vida me
quedaría en el laberinto del aparcado en la nada? Mataría las
esencias que los peldaños me cuentan cuando los cuento en mi bajar,
pues al subir, me marea mirar hacia abajo como ya dije ayer, si mal
no recuerdo o si recordara a mal; me enerva tu felicidad aparente
que pare diariamente la misma monserga… ¿Cómo voy a estar?
Jodido, viejo y solo… Si no te importa, me vuelvo arriba para
volver a bajar contándolos de nuevo.
—Hasta
dentro de una hora, don Tomás. — Repite el jodido.
—Que
te crees mi lentitud, amigo; dentro de treinta y tres minutos será
si no te importa, pues aparte de contar los escalones memorizo
segundos, chequeo en mente cada sesenta que pare uno, y de ese uno,
le sumo sesenta iguales para sacar el que tú deseas, pero hasta la
fecha todavía no he llegado más que a treinta y tres sonantes que
son los que son…
Suelo
contar al subir, es costumbre del niño que murió atrapado entre las
medallas que te otorga la vida…
Un relato que me ha traido un momento de mi marido que cuando está en un hospital se entretiene contar baldosa, yo cuanto barcos que diviso en la playa cuando están pescando . Un saludo
ResponderEliminarPD. Intenta hacer la letra mas grande me es imposible leer esa letra tan pequeña. hago un esfuerzo muy grande.
Gracias por tu comentario, ahora mismo aumento esa letra, eing? Que tengas un feliz día.
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