Contando
cuentas (micro relato/
drama)
―La
vida puede llegar a ser un chascarrillo mal contado, eso sí, tras vivirla. Lo
que queda delante es papel en blanco. Digamos que oportunidades a tu alcance si
es que no estás contento con el presente. Aunque soy de los que piensa que
jamás se está contento con él al ser contra natura, alejado de la evolución, ya
sabes.
Balanceó
tenue al son chirrido de la vieja mecedora, a la par que calaba de la pipa de
ébano con mirada distraída. Era como si se hubiese quedado en blanco y buscara
el hilo de la conversa en el anaranjado horizonte cincelado con débiles nubes
azuladas de porte delgado. Aunque pronto retomó la charla tras cerciorar que su
contertulio lo observaba con cabeza ladeada, entre rarezas.
―Lo
único cierto es que muchas cosas que das por sentadas siguen de pie; no hay
duda que este juego consiste en intoxicarse siendo mozalbete para pasar larga
temporada quitándote de encima el papel mojado (…) Es posible que aún no estés
preparado para entender lo que digo, si tienes alguna duda…
Guardó
silencio mostrando atención absoluta tras rascarse algo brusco la oreja, acto
que apaciguó al fumador llegando a apreciar cierto desconcierto en su buen
amigo, tanto, que decidió explicarle las cuentas contándolas con lenguaje más
mundano.
―Vivir
es movimiento, aprendizaje y emoción. Puedes pasar toda una vida como este
pobre saco de huesos, trabajando por abarcar lo inabarcable mientras andas
montado en nube para que de sopetón te lo arrebaten con la carta de jubilación.
Ahora solo me queda contar memeces mientras espero la noche para empezar nuevo
día que no dista del anterior (…) O puedes dejar que te domine la curiosidad e
ir allá donde reside tu anhelo. Amar a la más bella tras padecer cien
negativas, volver a descubrir las américas tras pagar el billete de avión,
nadar en pelota picada en las aguas de la mediterránea; escribir un libro o
leer quinientos. Contar las cuentas es labor de quien no pisa camino, camarada.
Idea aventura y vive…
Animado
por las palabras del anciano, se levantó enérgico galopando hacia el patio
trasero donde agarró su juguete favorito para regresar.
―
¡Guau!―Exclamó dejando la pequeña pelota de tenis a los pies del fumador.
― Lo
ves, si se quiere, se puede. Encontraste la aventura para hoy y pienso lanzarla
lo más lejos que pueda.
―
¡Guau, Guau!― Respondió desafiante moviendo su cola, acelerado, incluso
salivando por el ansia contenida frente al juego.
Lanzó
la esfera con todas sus fuerzas quedando en el deleite de observar a su can
cruzando universos para alcanzarla. Aquella simpleza compartida otorgaba
argumento que jamás pudo encontrar en su pasado. Tanto trabajo destrozó su
matrimonio, el mismo que trató como florero empecinado en sus erros,
intoxicando su propia existencia.
La
factura resultó elevada aún no lo enterró del todo, pues cuando decidió
apartarse de la urbe para instalarse en la aldea, tropezó con aquel pequeño y
desamparado animal cerca de la gasolinera de la carretera.
Uno
destrozó lo importante mientras el otro sufrió el abandono de aquellos por los
que incluso hubiera dado la vida. Sin duda, una extraña pareja. Sin duda, un
fiel reflejo de la existencia. Porque para contar cuentas primero hay que
experimentarlas, vivirlas, para luego soñarlas esgrimiendo plácida sonrisa. Las
cuentas no son cuentos aunque los cuentos siempre cuentan, contando.
®Dadelhos
Pérez (la ranura de la puerta) 2016