¿POSTERGUÉIS?
Zumbó la caña con
verborrea cuando convenciera nutrido grupo para reunirse en la
abandonada casa de las afueras, al título tenebroso tanto como
personal con el que bautizó el desmán alucinógeno que es el mismo
que rotula esta locura. Y no es broma, así lo llamó al no saber ni
papa de inglés, “Posterguéis”
Cinco valientes y tres
bailarinas unieron la rima del posible encuentro, colocando la guija
macabra en el centro de la sala polvorienta, encendieron velas
naranja, rojas algo rosadas, verdes gruesas y pálidas delgadas;
sombreando la estancia más que iluminándola mientras moría el
crepúsculo y nacía la noche señalada en calendarios oscuros, según
leyeron en el obeso libro maldito o vieran en película de tercera,
no estaban seguros.
Arrogante se vistió con
bata penumbra acorde al siniestro pretendido bajo acuerdos
discernidos entre copas y risas días antes, mandando callar con
prisas ante su inminente parla, aunque antes tosió rompiendo la
magia, todo hay que decirlo sin omitir comas o puntos para quedar
honesto frente a lo que fue. Confesando de antemano que hechos
paranormales tuvieron lugar, sin duda…
— ¡Satán!—
Gritó ensimismado aunque algo mermado por culpa del constipado que
no superaba, tosiendo de nuevo y— ¡Satán!
Te invoco en nombre de… Un momento, creo que esto que habéis
escrito no está bien, es como ordenar al jefe de estado en nombre
del portero de mi finca. ¿Cómo vamos a invocar al dueño del averno
en nombre de Belcebú?
Esto es ridículo, y lo digo con todas las de la ley. Debería ser en
nombre de diablo de más alcurnia, en estos momentos no se me ocurre
ninguno pero haberlos los hay.
— ¿Estás
tiquismiquis? Es lo que pone en el libro de la biblioteca y lo pone
bien claro: Para invocar de boca al maligno del averno, hay que
hacerlo en nombre de Belcebú.
Si te quedas más tranquilo echamos otro vistazo ya que me lo llevé
prestado, sin querer. Vamos, no sé cómo carajo llegó a mi bolsa.
—Pues ojeemos y
cercioremos no sea que en vez del maligno invoquemos al malito y de
nada nos sirva.
Reunión
de infernales torpes siderales en el rincón donde estaba el único
ventanal del salón, quedando ellas, las tres bailarinas con
minifalda y bota tacón, media encaje, morro colorado y pechos
empinados por sus ganas de diversión. En el hastío del aburrimiento
ante tanto insustancial que alejaba lo prometido, una sesión
espiritista dirigida por artista en atuendo macabro y final
explosivo. A lo que ellas entendieron alcohol y sexo, que de momento,
quedaba en discusión arrinconada y entorno al libro abierto en
canal. Para leerle en voz alta al tiquismiquis…
—Para
invocar de boca al maligno hay que hacerlo en nombre de Belcebú,
¡lo ves! Pero sigo…—Buscando candil para distinguir las letras,
se sentó cerca de vela prosiguiendo—… Es redundar en parca
consistencia del anhelo negado (…) Esto suena un poco raro, pero
sigo (…) Negando lo que claman adentros convertidos en avernos por
no tenerla cerca, mi reina. Mi diosa, encanto que clamo en silencio
cobardía…
— ¡Menuda mierda de
satanismo! ¿Qué coño lees?—Enojado el tiquismiquis que ya no lo
era tanto.
— Deja que continúe
—Requirió una de ellas acercándose a la vera del lector como las
otras. — Sigue, es hermoso.
—… Por no hablaros de
los sentires que vos despertáis en mí. Si tuviese el coraje de
agarrar tierno vuestras manos hincando rodilla, brotando oda sincera
que implora llena por formar parte indivisible de vos tanto como vos
ya lo sois de quien os habla…
Pasó toda la velada
leyendo el obeso libro mientras sus maléficos oyentes satánicos
sucumbieron a la belleza prosa literaria, reinando el extraño
fenómeno paranormal cuando descubrieron y ensoñaron los delirios
amartelados de dos enamorados con final feliz.
— ¿Cómo se llama el
libro, posterguéis?— Preguntó el tiquismiquis tras la última
frase leída a la par que albeaba, con gesto emocionado, mirada
humedecida.
— Se titula, no
posterguéis mi llanto.
®Dadelhos
Pérez
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.