martes, 4 de octubre de 2016

OFUSCACIÓN (Micro/suspense)

OFUSCACIÓN (Micro/suspense)

Abrir los ojos no produjo lo esperado. En ocasiones se despierta de tibio sueño para albear en la peor de las pesadillas a pesar de aferrarse a la credulidad, esa misma que torna incrédula ante el desesperado que espera al otro lado de la barrera ensoñada. Aunque puede que describirlo como lo describí resulte poco pragmático y bastante ofusco. No te preocupes, pues es precisamente lo que pretendía… Ofuscación…
Llevo observándote horas, puede que casi un día entero. Te aseguro que cuando te traje a este lugar era de buena mañana (…) Como solía decir mi madre en paz descanse, el trabajo se saca en las primeras horas, nunca en la tarde, pues la misma palabra anuncia la tragedia… Tarde…
¿Dónde estoy? ¿Quién es usted? ¿Qué ha pasado?
¿Recuerdas algo?
Hermosa veinteañera vestida de gala, con tacón fino y vestido noche, ajustado, se levantó del ruinoso catre de madera descubriendo extraño cuarto cueva a juzgar por sus irregulares paredes, su techo nada uniforme y el suelo repleto de taras, pequeños baches. Carente de ventanuco o simple respiradero.
Estaba en la fiesta con Tomás, mi novio. No sé, no recuerdo nada más. ¿Quién es usted?
Sentado en el centro exacto del cuarto, con las piernas cruzadas y mirada intimidante, lucía vestimenta elitista con camisa oscura y corbata a juego. Zapatos de piel italianos relucientes, perfectos.
Soy el remedio, niña. Alguien que decidió salvarte trayéndote aquí.
¿Salvarme de qué?
Se levantó impresionando a la muchacha por su descomunal alzada, sentado aparentaba un tipo de altura media, pero de pie, superaba sobradamente los dos metros… Delgado…Extravagante…
El sentimiento es idéntico a cualquier arma de fuego, ¿no crees?
¿Qué?
Puede llenarte de gozo, alimentar espíritu o provocar hecatombe por desamor. Una pistola produce el mismo efecto, colgada en el salón es admirada en esas horas relax por su propietario. Sin embargo, en manos de inestable sólo interesan dos cosas de ella; las balas y el gatillo. Pero antes de entrar en profundidad deberías comer algo, seguro que estarás hambrienta. Sobre la tabla dejé uno de los famosos guisos de mamá. Puede que no esté tan atinado como los hacía ella ya que lo preparé yo mismo, aunque seguro que te gustará. Es mi plato estrella.
Quiero saber que diantres ha pasado, ¿quién es usted?
La impaciencia de la juventud. Siéntate en la mesa y come, te lo explicaré todo con pelos y señales.
Obedeció tomando uno de los dos taburetes que circundaban la redonda tabla engalanada pobremente, parco plato de plástico repleto de aromático guiso que invitaba a la comilona pese a su desastrosa presencia, y un vaso del mismo elemento hasta los bordes de agua. Acomodándose frente a ella el extravagante bien vestido que comenzó a narrar lo solicitado por la muchacha.
Soy un excelente cazador, todas las noches salgo en busca de nueva presa. Por ejemplo; el guiso que estás comiendo lo realicé con la caza de anoche. La cuestión es que cuando crucé el puente siguiendo la senda hacia el bosque, vi un vehículo estacionado en uno de tantos claros. Como comprenderás, no hice demasiado caso ya que todos los fines de semana se infestan de jóvenes parejas buscando intimidad. Pero cuando escuché alaridos no pude evitar acercarme (…) Y te encontré. Estabas peleándote con ese muchacho prepotente, todo un drama.
Bueno, sí. Tuvimos una discusión en la discoteca, es verdad. Pero no recuerdo nada de lo que usted me dice. Estoy convencida de que no salimos del local. Él se puso a tontear con la fresca de Ana y… Bueno, son cosas íntimas.
Y tanto (…) Estaba encima de ti, forzándote. No pude más que intervenir ante tan grotesca estampa. Golpeé al muchacho con la culata de mi escopeta dejándolo inconsciente, no vi otra salida, puede que me excediera (…) La cuestión es que te pregunté si querías que te llevara alguna parte, a casa, a la policía…
No recuerdo, nada…Interrumpida.
Y me solicitaste que te ayudara ajustar cuentas con el inconsciente, algo a lo que me negué rotundamente. Hasta que vi las enormes heridas que tenías en las pantorrillas, una auténtica canallada (…) El muchacho necesitaba un escarmiento, te di la razón.
¿Qué intenta decirme?
Lo traje aquí, mi guarida, tú me ayudaste. Luego te cedí este pequeño cuarto, es donde suelo descansar antes de salir cada noche de caza. En cuanto al violador…
¡Tomás no es ningún violador! No sería capaz de matar una mosca.
No te alteres, simplemente accedí a tus deseos (…) Aún en parte, claro está, queda trabajo por hacer para complacerte del todo. Te lo pregunté tres veces mirándote a los ojos, ¿recuerdas?Agarrando el vaso para sorber ante la descompuesta mirada de la muchacha.Y tu respuesta siempre fue la misma. Incluso te advertí de las consecuencias, pero no hiciste caso, me rogaste que lo hiciera ofuscada por la rabia, gritando enervada…
¿Dónde está Tomás?
… Todo tiene un precio, volví a insistir con la neta intención de que desistieras. Y es cuando te ofreciste a mí, fuera de tus casillas, alienada por completo. Tus últimas palabras antes de dormirte fueron, “lo quiero cuando despierte, después seré tuya. Podrá hacer lo que quiera conmigo.”
¿Dónde está Tomás?
Le dedicó tétrica mirada con sonrisa estatuada para soltar entre gozos…
Te lo estás comiendo.
(…) Abrir los ojos no produjo lo esperado. En ocasiones se despierta de tibio sueño para albear en la peor de las pesadillas a pesar de aferrarse a la credulidad, esa misma que torna incrédula ante el desesperado que espera al otro lado de la barrera ensoñada…
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