Encuentro casual (Relato/romántico)
Ronronea el gato pardo
en pleno día sin más delicias que alcanzar el siguiente, poca chicha tiene el
hueso de la realidad pasmosa, pues eso concede, hasta que brota chispa que
merma segundo sin llegar siquiera a abrir o cerrar los ojos. Ya sabe, los
luceros del alma; cuando gata desconocida pasea engalanada con vestiduras de escándalo
aun dentro de pulcritud intachable. Así juega la mirada del que anhela o desea,
dejándose robar por la necesidad que yace de la nada conquistándolo todo, es
decir, vigorizando carne, caldeando la sacra sabia de la existencia, por tener
oportuna suerte o afortunada paciencia por parte de la despampanante si tercia
charla que vague a los prados del romancero… Y en esta ocasión me refiero al
cortejo inocente que marca lo contrario al formar parte el indiferente gato del
cosmos orgánico, es decir, mortal… Puede llamarlo amor, interprételo cual sexo,
la cuestión no radica en la intención desentrañada si la gata casa con el gato
en mañana soleada, nublada, triste o aburrida; al transformarse en vida gracias
a la chispa emanada en cruce de miradas capaz de concebir ingente universo…
─ ¿Gatos, símbolos,
roncerías? ¿Qué pretende?
Me alegra que pregunte
por el tema resultante tras la ecuación delirio de la carne en busca de suma,
nunca resta. No evito lo inevitable siguiendo mi cauce sin más alardes de encontrar
girón rasante que conceda instante razonado… Puede que así suene raro, pero le
aseguro, señora o diva, que mis intenciones andan por las sendas nada
caprichosas de la natura que manda, y no sólo en el pardo que os habla, también
en vos, en el aire, en el campo o en el parque, puesto todo anida desde deseos
frustrados que son burlados tras galanteo perfecto, beso tierno, caricia secreta
o esa otra más correcta que sienta igual o idéntico a la de hermanos… Espero no
colapsar en la última culminando la primera…
─ Es usted un tipo
extraño, ¿No estará ido?
Lo estuve en el momento
que salió de la carnicería mostrando encantos irresistibles capaces de
capacitarme para dar tranco sin rodeos abordándola con roncería. Un beso, vida
mía, sólo os pido eso… Si percibe escalofrío en las carnes, sudoración
repentina, deseo desatado… Podría ser ósculo enamorado que confirma, de lo
contrario, que sea en mejilla…
─ Verá, señor. No salí
de la carnicería, mis ropas son de trabajo y nada de lo que diga mellará frente
a la obligación de mi quehacer bajo contrato. Sea sensato y saque los papeles
del auto, por favor.
Es cierto, de la
carnicería salió hace poco menos de semana y media ¿Puedo intentarlo de nuevo?
Al fin y al cabo, tras las ropas de policía se amaga diferente diva que
conquistó sin saberlo a este terco romancero empeñado en quereres, y no me
malinterprete… Un beso apaciguaría mis ansias transformando la quita empapelada
en simple anécdota que otorgo ensueño, aunque leve y pasajero tras comprobar
sus nulas intenciones de flirteo …
(Fuera final recibir
papeleta que merma cartera y resta puntos en el carnet de conducir sin
ensoñación culminada, el beso quedó en el viento marchando la atractiva armada
junto a su compañero de ruta. Posiblemente no fuera el momento del instante o
lapso enano que hospede historia capitulada, plagada del azúcar que sólo
engorda el alma vitalizando las carnes… A propósito, la broma le costó 200 € al
gato pardo enamoradizo, y anécdota que contó hasta el mismo día de su muerte la
muchacha, eso sí, anciana y arrepentida por no haber besado siquiera la mejilla
del que creyó espabilado y terminó compartiendo su vida hasta los finales… Una
historia de amor real aun endulzada por las letras al no ser todos los días de
su leyenda soleados… Pero en lo profundo siempre imperó imperecedero y hermoso
romance interpretado tras décadas como amor verdadero…)
P.D. La vida suele
resultar insulsa y aburrida, sin razones que le den estatus, sin metas a
alcanzar, sin demasiados sin aun atiborrada por ingentes sucedáneos… Puede que
el amor sea motivo suficiente que recompensa la sin sazón cotidiana del día a
día, de la noche a madrugada, de año a lustro, década… Un beso en mejilla, un
ósculo que confirme, una mirada que cuenta, un silencio que transmita, un
despertar acompañado, aroma, piel perfecta y enfados… La comedia convertida en
drama y el drama doblegado a pasión en cada segundo que conforman los minutos
volcados en ese sentir universal confundido a veces con sexo que llamamos amor,
el verdadero, el sincero, el que nunca muere, nos sobrevive…
®Dadelhos
Pérez (La ranura de la puerta) 2016
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