Miras una y las
reconoces todas, aunque también es cierto que amagan universos imperceptibles a
golpe de vista. Hablo de las calles, esas que conducen a palacios, las otras
que tontean reservados a las afueras de lo público o en los adentros del
privado.
Están las que no tienen
salida, las estrechas de paso, perdidas en barrios, conocidas avenidas,
peatonales, unidireccionales y las de toda la vida…Las extraviadas, las
ignoradas, halladas, deseadas o aborrecidas…Las de mentira, asfaltadas, desoladas,
las calles torcidas o esas otras pendientes de penitentes que a la inversa son
descenso a lo que fuera que fuere, las del parque pese asemejarse a senda; las
vilipendiadas, ultrajadas, vomitadas e incluso meadas por canes de dos y cuatro
patas, y las repetidas nada concisas por donde pululan los de siempre.
Sin olvidar las
sexuadas inhibidas, las camellas, las buscadas, las trajinadas y sus hermanas
las correctas. Cómo no, las ensoñadas bautizadas con nombre de escriba…
Las calles son venas
vida por donde transita el prestado copiando al terminado que también las hizo
suyas aun siendo mías…
Puede que no prestes
atención en tu diario, fijándote en trazas que denotan su existencia cuando te
sorprende callejón sin salida o eres víctima de plantón en la avenida… Aunque
no debes preocuparte pues de seguir hasta el final el rumbo vida, llegará tu
momento relajado, quedando sentado en la vía principal recordando las
transitadas, las ideadas, las prohibidas, las imaginadas… Y sobre todo… las
vividas. Pues la misma calle diferencia dependiendo de quien la viva, en el
vasto enredado del asfaltado iluminado donde cohabitan.
Calles, miras una y las
reconoces todas, aunque… ¿Verdad?
P.D. Es tan simple como
entender lo complicado, que a la corta o larga resulta cosa sencilla si uno
atiende. La vida es un cauce de paso por donde transitan riquezas en su amplia
gama.
El mayor escollo para
superar las diferencias radica en el aprendizaje del curso, un recién nacido
sabe todo lo importante del juego, ergo, lo olvida contaminado por su
alrededor, la televisión, el adoctrinamiento en la academia de la doma, el mal
chiste de los buenos y malos, la impuesta y falsa creencia de la diferencia que
convierte a idénticos en especiales, y los males que despierta… Racismo,
clasismo, egocentrismo y en definitiva… ceguera.
Pero la madurez
devuelve a todo ser viviente las primeras miras, entendiendo lo que ya sabía
cuándo era tan solo un bebé indefenso. Puede que por eso el anciano se
convierta en el niño que fuera desechando el perfecto profesional que fue a lo
largo de su andanza por las variopintas asfaltadas. Pues cuando llega la hora,
todos… Los de derechas e izquierdas, los prepotentes y anulados, los pasotas y
entregados, y la larga ristra que bautiza las vías de la existencia, comparten
el mismo pensamiento que se resume en lo ya apuntado.
La vida es un libro
abierto donde las circunstancias empujan al viandante, en pocas palabras; puede
que no existan malos a pesar de la evidencia de las maldades, aunque es mera
conjetura al ser imposible recorrer todas las sendas existenciales a lo largo
escueto de la existencia. Pero al menos, me gusta divagar que puede que pueda,
puede que fuera o es, puede que en algún momento sea…
Después de esta locura
metafórica en el descampado creativo de quien no comprende el enfrentamiento
exacerbado cual vínculo dominio, me retiro a mis quehaceres dando vida a los
quereres que viera, conociera o viviera en las extensas a golpe de tecla…Es
decir, escribiendo fantásticos imposibles que tornan posibles desde el ensoñado…Hasta
entonces, hasta ahora.
®Dadelhos
Pérez (La ranura de la puerta) 2017
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