miércoles, 11 de enero de 2017

Calles (Metáfora)



Miras una y las reconoces todas, aunque también es cierto que amagan universos imperceptibles a golpe de vista. Hablo de las calles, esas que conducen a palacios, las otras que tontean reservados a las afueras de lo público o en los adentros del privado.
Están las que no tienen salida, las estrechas de paso, perdidas en barrios, conocidas avenidas, peatonales, unidireccionales y las de toda la vida…Las extraviadas, las ignoradas, halladas, deseadas o aborrecidas…Las de mentira, asfaltadas, desoladas, las calles torcidas o esas otras pendientes de penitentes que a la inversa son descenso a lo que fuera que fuere, las del parque pese asemejarse a senda; las vilipendiadas, ultrajadas, vomitadas e incluso meadas por canes de dos y cuatro patas, y las repetidas nada concisas por donde pululan los de siempre.
Sin olvidar las sexuadas inhibidas, las camellas, las buscadas, las trajinadas y sus hermanas las correctas. Cómo no, las ensoñadas bautizadas con nombre de escriba…
Las calles son venas vida por donde transita el prestado copiando al terminado que también las hizo suyas aun siendo mías…
Puede que no prestes atención en tu diario, fijándote en trazas que denotan su existencia cuando te sorprende callejón sin salida o eres víctima de plantón en la avenida… Aunque no debes preocuparte pues de seguir hasta el final el rumbo vida, llegará tu momento relajado, quedando sentado en la vía principal recordando las transitadas, las ideadas, las prohibidas, las imaginadas… Y sobre todo… las vividas. Pues la misma calle diferencia dependiendo de quien la viva, en el vasto enredado del asfaltado iluminado donde cohabitan.
Calles, miras una y las reconoces todas, aunque… ¿Verdad?
P.D. Es tan simple como entender lo complicado, que a la corta o larga resulta cosa sencilla si uno atiende. La vida es un cauce de paso por donde transitan riquezas en su amplia gama.
El mayor escollo para superar las diferencias radica en el aprendizaje del curso, un recién nacido sabe todo lo importante del juego, ergo, lo olvida contaminado por su alrededor, la televisión, el adoctrinamiento en la academia de la doma, el mal chiste de los buenos y malos, la impuesta y falsa creencia de la diferencia que convierte a idénticos en especiales, y los males que despierta… Racismo, clasismo, egocentrismo y en definitiva… ceguera.
Pero la madurez devuelve a todo ser viviente las primeras miras, entendiendo lo que ya sabía cuándo era tan solo un bebé indefenso. Puede que por eso el anciano se convierta en el niño que fuera desechando el perfecto profesional que fue a lo largo de su andanza por las variopintas asfaltadas. Pues cuando llega la hora, todos… Los de derechas e izquierdas, los prepotentes y anulados, los pasotas y entregados, y la larga ristra que bautiza las vías de la existencia, comparten el mismo pensamiento que se resume en lo ya apuntado.
La vida es un libro abierto donde las circunstancias empujan al viandante, en pocas palabras; puede que no existan malos a pesar de la evidencia de las maldades, aunque es mera conjetura al ser imposible recorrer todas las sendas existenciales a lo largo escueto de la existencia. Pero al menos, me gusta divagar que puede que pueda, puede que fuera o es, puede que en algún momento sea…
Después de esta locura metafórica en el descampado creativo de quien no comprende el enfrentamiento exacerbado cual vínculo dominio, me retiro a mis quehaceres dando vida a los quereres que viera, conociera o viviera en las extensas a golpe de tecla…Es decir, escribiendo fantásticos imposibles que tornan posibles desde el ensoñado…Hasta entonces, hasta ahora.
®Dadelhos Pérez (La ranura de la puerta) 2017
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