sábado, 28 de enero de 2017

Y se lo cargó (Género: negro)

La libertad, ¿qué es la jodida libertad? ¿Pagar lo que no está escrito para que el garantista de turno viva a cuerpo de rey? Yo creo que la jodida libertad es el resumen de la verdad que nos envuelve más allá de las normas o disfraces de algunos.
Representa consciencia, permanecer con las persianas abiertas sabedor que la muerte no es destino, es compañera, un soplo que alienta tranco entre lo arduo de la jungla atestada por peligros de peligrosos que padecen el mismo mal, ese que se resume en libertad. ¿No cree?
―Sopesando mi penosa situación, me importa una mierda.
Lo entiendo, créame, perder es el precio, el tributo que se abona por haber ganado en alguna ocasión, dentro de sus diversos rangos. El currante sacrifica más de media vida a cambio de migajas para aterrizar en la perdición de la paga estatal, la jubilación. Si sacas cuentas nunca sale ganando, es un mal chiste, una derrota velada o el resultado exacto de quien se dejó avasallar por seguir la trayectoria marcada.
Pero usted, usted gozó hasta hace apenas quince minutos de lo dulce del amargo, pastel que la inmensa mayoría no probará jamás. De ahí que su tributo resulte más determinante, finiquito. Cosa que debería agradecer al tocarme darle el pasaporte. Mi quehacer dista de filos y torturas aunque creo que me excedo dándole al palique.
―Arrogancias, verborrea… Soy un viejo cansado, muchacho. No te atribuyas méritos que no te pertenecen. Estoy harto de las pequeñas algarabías que siempre aterrizan en baño de sangre. Por un momento pensé en liquidar a esos malditos directores de cine, pero tras ojear la cantidad de escritores que pululan por Internet entendí que era imposible, siempre resurge rey puesto ante monarca sacrificado.
Vaya, esto es nuevo. Así que acorralarlo, pescarlo, amordazarlo y dentro de breves, liquidarlo (…) no es cosa mía. Se le fue la chaveta, amigo.
―La diferencia entre el depredador y la presa, muchacho. Cuando se intenta conquistar la jungla hay que prestar atención a la jungla no a la pantalla de cine copiando a Al Pacino o Robert De Niro, solo son dos ilusorios interpretando ilusión ideada por alcohólico solitario… En nuestro hábitat no son así las cosas.
(Montó la automática provista de silenciador para agarrar silla y sentarse frente al viejo amordazado, amoratado, en plena decadencia aparente.)
Es su momento, abuelo. Así que ilumíneme antes del sacrificio o guarde silencio que en tal caso… bueno, es evidente.
―En una ocasión conocí a un tipo brillante, con talento, algo que escasea en nuestro deplorable universo. No recuerdo bien su nombre…
Y se lo cargó.
―Muchacho, dijiste que era mi momento.
Mil perdones.
―El tipo manejaba como nadie el hierro, sabía el momento exacto para impartir estopa, cuando tenía que permanecer inerte o cuando la retirada representaba la mejor de las salidas, haciendo caso omiso a toda esa tontería de huevos y coraje… El caso es que recibió una sustanciosa comanda cargada de inconvenientes, al requerirle postor que borrara del mapa a nutrido grupo de traficantes ubicado a las afueras de la ciudad, en ese barrio calamitoso plagado de zombis vivientes en busca del pico adicción…
Y se lo cargó.
―Ten paciencia, solo será un minuto… Se levantó de buena mañana siguiendo costumbre, corrió sus dos kilómetros diarios regresando a su ático provisto de todo tipo de excentricidades. Abrió la caja fuerte donde guardaba el hierro para salvaguardarlo en la cintura, colocarse su gabardina sesentona y salir de caza…
Y se lo cargó.
― ¿Quieres dejar de interrumpirme? Si es mi momento, coño, permite que cuente la historia. No es larga, más bien escueta. La cuento, colocas como dios manda el puto plástico y terminamos con esta pantomima, ¿de acuerdo?
El plástico está bien colocado, viejo. Es lección de primero de sicario…
―Siempre, pipiolo, siempre hay que colocarlo en la parte delantera de la silla, nunca en la posterior. Y perdona mi intromisión… Pero cuando me dispares caeré hacia cualquier lado o de frente pues tu arma es una nueve milímetros y no tiene la suficiente potencia para vencer el respaldo de la silla (…) Es un consejo, nada más. Pero si colocas el plástico delante y me disparas desde atrás caeré exactamente sobre él. Aunque hazlo como creas, no es mi problema.
Bueno, termina la jodida historia y ya veré si cambio o no cambio de sitio el puñetero plástico.
―Está bien (…) de todas formas en el armario de la cocina están los utensilios de limpieza y…
¿Por quién coño me ha tomado, por su chacha? ¿El servicio de limpieza? Será mejor que use las palabras en su fábula y no tiente su suerte.
―Para mear y no echar gota.―Con gesto mofa.―Estoy a escaso minuto de conocer a la Parca y me hablas de ¿suerte?
Ahí me has dado, tiene razón. Acabemos de una puta vez…
― ¿La historia o mi vida?
Creo que no alcanzamos fluidez. (Rascándose leve la frente con el hierro) Termine la puta historia.
―…Su primer objetivo se centró en el número uno al estar convencido que acabando con él imperaría el desconcierto, aprovechando la incertidumbre, eliminando al resto…
Y se lo cargó…
―…Alcanzó las inmediaciones de la casa del cabecilla sin advertir amenazas, cruzó la calle, entró en el edificio llamando a la puerta…
Y se lo cargó…
―…Montó arma al esperar tropezarse con la seguridad, pero en vez de eso abrió el capo…
Está claro, fue cuando se lo cargó…
―…Es lo que haría cualquier profesional, en vez de eso y por motivos que alcanzo a comprender… Lo acorraló, lo pescó y maniató para caer en insulsa conversa…
¿Qué mierda?
―Lo golpeó varias veces para reducirlo…Un pequeño tributo del veterano aburrido frente al trabajo de cada día, pues pertenecía a tu gremio…desde su asiento sentencia le contó segundos antes de la rápida una historia ficticia que lo retrató. Su reacción fue la esperada…
(Se levantó apuntando al anciano para apretar varias veces el gatillo.)
―…Y tras apretar el suave que envía endiablada, su perplejidad le quitó la venda prepotencia.―Enseñando sus manos que debían estar inmovilizadas.―Cómo te dije, hay que prestar atención a la jungla…Yo siempre fui el león y tú la gacela.
No necesito el hierro para liquidarte, anciano.
―…Yo tampoco, chico…Ah, fue entonces cuando se lo cargó.
P.D. En el asunto de los chicos listos un trabajo bien remunerado puede ser un ajuste de cuentas, claro está, sin rodeo.
Escueto entretenido que sólo pretende entretener. Para los que me habéis demandado terror, muy pronto amanecerá relato. Agradecido por vuestros mensajes me despido como siempre recurriendo a coletilla propia, deseándote de lo bueno lo mejor con un hasta entonces…Hasta ahora.
®Dadelhos Pérez (La ranura de la puerta) 2017
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