viernes, 17 de febrero de 2017

La leyenda del olvidado (capítulo 1º)



CAPÍTULO 1º
Tierras duras por sus crudos inviernos, vieron nacer al impávido que perturbó lo impuesto cambiándolo desde el anhelo sustento de lo necesario. Ni los gélidos vientos de su patria congelaron tantas almas como hizo el heraldo de la esperanza, o el defensor de desvalidos que jamás coronó su gesta con reino…

Capítulo 1º

El desfiladero

E
ra de la muerte fuera, aniquilando vigores de valles, rivera, con sequías condena rotas en lustro por inundaciones que socavaron las esperanzas de los parcos supervivientes, masificando de marchados el santo campo en fosas comunes o piras.
No hay peor castigo para caballero trinitario adiestrado por los monjes cruzados, que entablar batalla con maleficio o mandato del Altísimo donde inerte resta el filo que bien sirvió en pasadas contiendas.
Nada es eterno en el escenario existencia al buscar aire quien le aprieta, gozando del beneplácito del rey un joven y avispado aprendiz ungido cual esperanza para detener la maldición que duraba más de una década… Así comenzara su leyenda.   
―Malas artes dan argumento al vacío inexplicable, majestad. Y yace en los inhóspitos confines del desfiladero, no albergo sombras tras valorar aquello que resta por probatorio. La sequía comenzó cuando desterrasteis a la hermosa bruja o hechicera.
―Mi joven sabio, ¿de verdad pensáis que simple hembra posee tan vasto poder? Esa descarriada tiene la habilidad de convencer, pero no es capaz de dirigir cielos.
Aquella disputa acabó con el nombramiento cual paladín del conocido caballero Olote, astuto y tremendamente hábil con el acero aun alejado del credo pese a lacrar en su escudo la cruz.
Yo acompañé al guerrero cruzando los anegados y estériles valles hasta las faldas de las serradas, con el único propósito de capturar a la diablesa y conducirla al castillo. Confieso que afloraron temores heredados por habladurías que tachaban a la bruja como barragana del señor del tártaro.
Olote, mi mentor, aceptó la comanda sin mostrar entusiasmos. Recuerdo bien las únicas palabras que pronunció durante el trayecto de los cinco hacia el desfiladero… “Mal fario”…

Espero que te haya gustado el primer capítulo de esta epopeya. Epílogos cortos semanales… Me despido no sin antes desearte de las buenas las mejores con un hasta entonces, hasta ahora.
©Dadelhos Pérez

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