Llegará entre silencios, alejada de arrumacos y tan gélida
como bella, me dirá.
“Han pasado tantos años que encontrarte es condena en mi
quehacer, pues recuerdo al niño dado que jamás dejó prestado sentimientos a
cualquiera al beber de las verdades, discutir irrealidades en un mundo
divertido, gritando contento al viento, besando la brisa marina, abrazando las
nubes del cielo, ese otro mar, o el lienzo donde grabaste historias caramelo de
a flor de piel”
He consumido un suspiro a lo largo de cuatro vidas, vagando entre párrafos, países, continentes, mundos e inmensos universos de papel. Luego vino ese viejo amarrado al pasado cuchillo, llorando cada mañana desde el frente de mí espejo. Yo le digo y no me escucha. Y él me habla de los marchados con su tono apagado, derrotado, condenado que no alcanza patíbulo por dejadez…
Le repito que llegará para bien o para mal, pues la brisa
desesperanzada recogerá los silencios colándose por la ventana para dejarla
hacer, sin más.
― ¿Estás preparado?
Que sea entonces con beso casto…y sincero. ¿Allá podré leer y
escribir? No hace falta que me lean…
― ¿Pero tú no eras ateo?
Sí, lo soy. Aunque debes entender que es la primera vez que muero…
―Ahí me has dado. Oye, ¿cuántas veces
asustaste a la señora felicidad?
Uf, representa toda una saga escrita con letra minúscula. Cierto
que dispongo de toda la eternidad para contártela.
―Me volviste a dar.
P.D. La mayor temeridad es temerse pues
el cuerpo no entiende de embustes, cuando clama, hay. Y cuando silencia… En la
existencia se aprende a aceptar con el paso del tiempo pues es arduo raciocinio
que desemboca en la aceptación definitiva. La misma que abrazo sin recelo o
mirando el reloj, mientras observas el monótono tic seguido por el aburrido
tac, esa cosa sigue cauce, la vivas, ignores o idealices. Si la muerte
finiquita con sencillez, la existencia debería regirse por el mismo patrón, ¿no
creen?
Les deseo de lo bueno lo mejor con un hasta entonces, hasta
ahora…
©Dadelhos Pérez