Nuestra
mirada ciega nunca se produce de adentro afuera, viene a ser todo lo contrario y
a la inversa.
N
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o existe nada
que no se encuentra, pues poco importa la riqueza que albergue por desconocida.
De ahí aquello introspectivo que estalla hacia afuera por necesidad (…) Pero no
monten castillos en el aire malentendiendo el espíritu de mi mensaje con la
egolatría enfermiza del figurante fuera del guion y
escena.
Les hablo del
hecho necesario de vaciar en segundos lo tejido en momentos arropados por el
manto soledad. No escribiendo forzado tras leer estudios que vierten interés
general, al componer con otro egoísmo más humano y nada divino, no pensando en
más resultado que encontrarme entre líneas o párrafos con afán de hablar conmigo
mismo, o para ser más concreto y no faltar a mi verdad,
escucharme.
No existen
formas alternativas alejadas de la creatividad al ser única senda o vía que
converge adverso en lo considerado normal, siendo la voz coleto la que escucha o
lee sin mermar intereses del subconsciente (…) y el consciente despierto y
sujeto a la presión de afuera que se alía con la de adentro, quien se expresa o
queja.
Como ven, los
papeles que damos por lógicos, son ilógicas que nos atan a dichos papeles. Por
eso cualquier artista de cualquier vertiente, nada cual loco diferente a
contracorriente. La fama, gloria y todas esas bobadas son otra historia que nada
tiene que ver con lo expresado (…) ya que hasta el escritor más prestigioso,
adorado, admirado e incluso divinizado. Cuando escribe lo hace solo, gritando el
consciente a golpe de tecla y el subconsciente… Creo que lo dejé
claro.
P.D. Es
complicado explicar la motivación que te lleva hasta el final de cada
composición. Los cuerdos (es evidente que yo no lo soy) describen su quehacer
literario alegando que no dejaron nada al azar, cuando el mismo acto de la
composición es abordado por la condición contextual del momento personal, o
dicho en mi lengua, una clara oportunidad del consciente sometido a dos tierras:
el afuera cotidiano y el adentro déspota. Que inteligente utiliza filtrando
aquello que atormenta, yaciendo parrafadas gloriosas que sorprenden al propio
autor al releerlas.
¿Por qué?
Muy sencillo… Porque es el calce del consciente quien lo escribió, y el coleto
que siempre ordena y cree releer, quien lo descubre… No hay cánticos de sirena
más bien súplica o rogativas delante de la pantalla de la computadora o el
ángulo muerto del espejo por culpa de nuestra mirada ciega. La cuestión queda
clara… ¿Quién domina? ¿El que vive adentro filtrando y ordenando mandato? ¿O el
que se enfrenta sin trincheras al afuera soportando la egolatría infantil de su
coleto?
Entre ambos vaga la inspiración que
sólo escribe uno… El más vivido, ¿no creen?
No me enrollo
más y me regreso para escucharme tras teclear, no sin antes desearte de lo bueno
lo mejor con un hasta entonces… Hasta ahora.
©Dadelhos
Pérez