Clarece
el ofusco que atrapa negando tiempo convertido en desvivo. Siendo
cautivo de ansia en mente hasta albear momento que te descubre.
Clarece
sonando alegoría vida cual son de tus tacones, tambores de paces
inmediatas tras tormenta desatada que quiebra mis muros liberándome
del hastío.
Jugar
con vida sonrisa que cambia mi gesto cuando desde la puerta me
observas descalzada, sinfonía deseada con tranco atrayente que te
trae al lecho donde espero (…) que me llena de existencia (…) con
la fuerza del deseo yacido por purezas de nuestras almas, comulgando
carnes...
No
hay palabras que narren, amigas que alcancen o recuerdos que te
eclipsen. Tres días separados por el compromiso resultaron
eternidades...Ni las que escuchan, me escriben, me hablan, idean,
ensueñan, odian, aprecian o aman en sus silencios; son capaces de
conceder universo como tú lo haces...Un te quiero no alcanza
explicar mis sentires, por éso, mejor te cuento con hechos lo
indestructible que gobierna comenzando con un beso. Eso sí, cuando
vuelvas.
P.D.
No hace demasiado de este percance personal que puede sonar para
muchos incluso exagerado. Pero tengo que confesar la comunión total
existente entre mi dama y este escriba.
Lo
podría comparar con el orgasmo o los sabores carnales, pues desde el
silencio, pasando por la charla, nuestros habituales paseos,
compartir mesa, limpieza, reposo o bromas...Se compara a la dulce
inyección de vida regalada por la pequeña muerte.
Sólo
se trató de un fin de semana.
Con
verdades propias experimentadas en mis pieles, me despido no sin
antes desearte de lo bueno lo mejor con un hasta entonces, hasta
ahora.
Dadelhos
Pérez